Kirill Oreshkin es un joven fotógrafo ruso que arriesga su vida en cada toma y sin protección alguna, y se ha especializado en las selfies. Lo curioso es que no sólo él se anima a esta aventura peligrosa y extravagante, sino que además arrastra a varios de sus amigos. Un dato que no es menor. De chico le tenía horror a las alturas.