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22 enero 2014

El hombre que le puso color a la psicodelia


Por Humberto Acciarressi

En la casi fantasmal Detroit, la ciudad estadounidense que se hunde lentamente con sus fábricas abandonadas y sus galerías desérticas, acaba de morir Gary Grimshaw, el artista que le puso color y diseño a la psicodelia de las grandes bandas, en sus recordados afiches de conciertos y anuncios de lanzamientos de discos. Ron Tyner, vocalista de aquel grupo mítico, MC5, que hacía una especie de protopunk, recuerda que a mediados de la década del 60, Grimshaw comenzó a aplicar su talento en la sala de conciertos Grande Ballroom, de donde pasó de ser el mejor artista del barrio a uno de los más destacados de los Estados Unidos. Fanático de los beatniks y de John Coltrane, aplicó su paleta multicolor a anunciar recitales de bandas como Led Zeppelin, Pink Floyd, Cream, los Doors, The Who, Iggy Pop (hizo, además, la tapa del disco "Instinct"), los Yardbirds o la Jimi Hendrix Experience.

Resulta curioso y un tanto injusto que los ojos recuerden aquellas obras de arte llevadas al papel transitorio, que apenas duraban unos días en las paredes o los teatros, y la memoria no tenga presente hasta su muerte al que los produjo. Ya sea en Detroit como en San Francisco, en la era de la psicodelia batallaba contra los crímenes de la época, como la Guerra de Vietnam, lo que no le impidió ser alistado en un portaviones, con lo que evitó ir al sudeste asiático. Incluso a bordo del buque desde donde salían los aviones con su cargamento de muerte, él diseñaba carteles en papeles y cartones que encontraba tirados en los camarotes. No duró mucho. Lo dieron de baja y pasó a integrar el Partido Pantera Blanca, de ultra izquierda, camarada de los Panteras Negras, ambos frutos de la contracultura de la época.

Pasados los años de la psicodelia, Grimshaw no se desvinculó de sus viejos amigos y se mantuvo en creación permanente. Sus espectáculos de luces en la costa oeste de los Estados Unidos son recordados por sus contemporáneos, así como los trabajos que encaró con otros artistas de gran relevancia. El Detroit Free Press lo ubicó entre los cien mejores creadores de Michigan del siglo XX, mientras él dedicaba su arte a las nuevas camadas, entre ellos Beck o The White Stripes. En el 2008 le diagnosticaron un cáncer de cerebro, lo que no le impidió trabajar y editar junto al fotógrafo Leni Sinclair el libro "Detroit Rocks! A Pictorial History of Motor City Rock and Roll 1965-1975" en el 2012. Ahora acaba de morir en esa ciudad caída en desgracia, acompañado de sus amigos más íntimos y apenas recordado por las jóvenes generaciones.

(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)