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28 febrero 2013

El raro gusto del agua del Hotel Cecil

Por Humberto Acciarressi

La joven pareja llegó al Hotel Cecil, en el centro de Los Angeles, después de correr varios kilómetros. Antes de hacer nada, tomaron agua. Le sintieron un gusto raro, tirando a asqueroso. Mientras, en el bar, una señora mayor que leía el diario terminó un té, llamó al mozo y le confió que no tenía el sabor de siempre. Un pasajero alemán, después de bañarse le contó al conserje que el agua no sólo tenía feo gusto, sino que además llegaba a la canilla con un color bastante raro.

Fueron demasiadas quejas. El dueño el hotel envió a dos personas de mantenimiento a revisar los tanques de agua. Miraron uno, otro, un tercero... A los minutos ambos trabajadores bajaron con los ojos desencajados. En uno de los tanques había una joven muerta. Cuando llegó la policía comenzaron las investigaciones y se constató que el cuerpo era de la turista canadiense Elisa Lam, de 21 años, que había llegado sola de Vancouver y llevaba dos semanas desaparecida. Había arribado el 26 de enero y fue vista con vida por última vez, cinco días más tarde, por obreros del hotel. Un verdadero horror que rápidamente se trasladó a los pasajeros.

Por supuesto, el hallazgo generó temores de que el agua del lugar estuviera contaminada. Fueron varios días durante los cuales la gente había estado tomando esa agua en la que estaba sumergido el cuerpo de la desdichada. "Tan pronto nos enteramos, sentimos arcadas, literalmente", dijo el turista británico Michael Baugh. Oficiales de Seguridad Pública de Los Angeles se hicieron presentes ante la aparición de males mayores y prohibieron la ingesta de agua mientras se realizan pruebas. Honestamente no me imagino a nadie tomando nada salido de esas canillas aunque ningún funcionario se lo ordenara.

En cuanto a Elisa Lam, su muerte es sospechosa. Poco antes de morir, las cámaras de seguridad tomaron imágenes de la canadiense oprimiendo los botones del ascensor y asomándose hacia afuera, volteando la mirada a la derecha y la izquierda. Una historia tremenda.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)

CAPTURA DE PANTALLA DE LA CAMARA
DEL ASCENSOR, EN LA QUE SE VE A LA VICTIMA