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23 enero 2013

Falso asesor de la ONU le echa la culpa a la prensa


Por Humberto Acciarressi

El mundo está lleno de ladrones, corruptos, criminales, tratantes de personas, enriquecidos ilícitamente, propagandistas a sueldo, falsarios del pasado y del presente, que cada vez que sus vicios sociales quedan al descubierto le echan la culpa a la prensa. El periodismo ha pasado a ser el enemigo número uno de estos sinvergüenzas, cuya función en el mundo es engordar sus patrimonios personales. Esta es más o menos la historia de Artur Baptista da Silva, de 61 años, convertido durante un tiempo en una celebridad europea.

Este sujeto se cansó de ofrecer reportajes, dar conferencias, participar en mesas redondas, dar consejos a los países europeos, fundamentalmente a Portugal. El caradura decía ser consultor económico de las Naciones Unidas, vestía elegante abrigo negro, anteojos sin marco, y siempre se lo veía en una pose seria. Un chanta solemne.

A nadie le llamó la atención este exitoso fantoche que repartía sus tarjetas de presentación y tenía colgado en la web un mamotreto del que sostenía que le había valido premios internacionales. Decía ser doctor en Economía Social por la Milton Wisconsin University, en un currículum con más imaginación que el falseado por Daniel Reposo, uno de los mimados de Cristina Kirchner. Este chanta mayúsculo se encargó de añadir su nombre en la Wikipedia, en la lista de personajes célebres del mundo académico.

Hasta que a un periodista de la TVI se le ocurrió investigarlo: todo era mentira. Los links no enviaban a ninguna parte; en la ONU no lo junaba nadie. Había que averiguar quién era y eso hizo la prensa. No sin problemas se descubrió que era un ex recluso, falsificador de documentos, especialista en cheques sin fondos. Además atropelló a una persona.

Ahora, Baptista da Silva desapareció del mapa. Se mudó, dio de baja sus teléfonos, nadie sabe donde está. Eso sí. Mandó un comunicado a las agencias. En él dice que es víctima de un "linchamiento mediático" y que la culpa de todo "la tiene la prensa que le es adversa". Eso me suena bastante conocido.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)