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04 diciembre 2012

La iglesia de Milán y un 0800 para exorcismos


Por Humberto Acciarressi

Los tiempos cambian. Por suerte. En siglos pasados, la Inquisición mandaba a la hoguera a cualquiera que tuviera un problema de personalidad. Durante años, ya en el siglo XX, se hablaba del Diablo en los sermones, pero encontrar un exorcista era más fácil en el cine que en los dominios del Vaticano. Ahora -las razones las ignoro- parece que hay una gran cantidad de consultas sobre el arte de expulsar los demonios del cuerpo. Y los curas, que gustan de comer bien, dormir la siesta y mirar los teleteatros, comenzaron a cansarse. Frente a esto, la diócesis católica de Milán resolvió tomar el toro por las astas.

Por lo pronto comenzó a capacitar sacerdotes en los misterios del exorcismo. Y por otro habilitó un 0800 para que los poseídos por el demonio y sus miles de hijitos encuentren respuesta a sus dolencias. Y se dice que los llamados provienen de todo tipo de gente. No sea cosa que a alguno se le ocurra hacer sociología barata al respecto.

De los seis curas que sabían exorcizar ya hay doce. Lo cual parece bastante poco para una ciudad de las dimensiones de Milán y, lo que no es poco, el poder que teóricamente tiene el Diablo. "La necesidad se ha duplicado", sostienen los voceros de la iglesia milanesa. Y mediante el 0800 también se puede reservar un turno con un sacerdote especializado en expulsar demonios del cuerpo.

Un hecho curioso es que los curas cuentan que muchos llamados son de padres que creen que sus hijos están poseídos dado que les va mal en la escuela, toman drogas o se rebelan en sus casas. Ante tal cantidad de llamados de este tipo, los exorcistas precisan que eso no es obra del demonio, "salvo en muy pocos casos". Me imagino que se refieren a un chico que no quiere estudiar y se la pasa volando por los techos y largando moscas por la boca. Los sacerdotes son bastante incrédulos y hacen bien. A quienes tendrían que tirarle agua bendita y quemarle la frente con una cruz es a esos padres, no tomados por el Diablo sino por su propia demencia.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)