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16 noviembre 2012

Nina Hartley, la más vieja estrella del cine porno

Por Humberto Acciarressi

Los productores, actores, actrices, directores y el vasto, silencioso y pudoroso público del cine porno no ignora su nombre: Nina Hartley. En realidad no me consta que sea así, ya que me cuesta imaginar que alguien recuerde una cara y mucho menos un nombre en esa industria tan próspera, pero me pareció una buena introducción a unas líneas sobre la mujer que participó de 800 películas XXX y que acaba de cumplir treinta años en el mundo de lo condicionado.

Nina nació el 11 de marzo de 1959, perteneció a una familia judía respetuosa de los valores tradicionales, se graduó con honores como enfermera en la Universidad Estatal San Francisco y en 1984 trabajó como actriz porno en "Educating Nina", dirigida por la veterana en las lides Juliet Anderson. Esto prueba que hacia dónde se encamina uno, a veces parece diferir del lugar de donde se llega. Pero sigamos.

La película no le valió ningún Oscar ni menciones destacadas en las secciones de Espectáculos de los diarios. Pero Nina ya venía encaminada desde dos años antes. En 1982 había hecho sus primeras incursiones en el universo de la Triple X. Su público más seguidor quedó impactado con "Anal Annie and the backdoor housewives" y la conmovedora secuela "Anal Annie and the willing Husbands". No, no eran de Orson Welles ni de Luchino Visconti. El asunto es que Nina se abrió para ese mundo y quienes lo componen hicieron otro tanto con ella. Muchos la recuerdan en "The power of submission".

Así pasó el tiempo. Y Nina fue sumando, una a una, sus 800 películas, además de convertirse en productora y en lo que ella denomina "educadora sexual". Ultimamente no hace protagónicos. En uno de sus films más recientes tiene un papel secundario: es Hillary Clinton. Fuera del mundo de las luminarias, Nina es bisexual. Dentro del mismo, hasta hizo de perro. Lo que queda claro es que ya nada le queda de aquella jovencita que se graduó con honores para ser enfermera en un barrio judío de Nueva York.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)