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19 octubre 2012

Viajando con una muñeca de acompañante

CAPTURA DE LA MUÑECA POR
LAS CAMARAS DE SEGURIDAD
 
Por Humberto Acciarressi

Primero lo primero. Parece que en España, en ciertos tramos de la autopista de La Coruña, sólo pueden andar autos y motocicletas que lleven un mínimo de dos personas. Y si pescan a alguien en contravención, le aplican una multa bastante saladita. Según cuentan, la norma se respeta casi a rajatabla. Pero bueno, también es un clásico que las leyes se hacen para ser violadas. Entonces un desesperado que tiene que agarrar por ese carril y está solo, se las ve en figurillas.

Hasta que aparece un tipo al que no se le escapa una liebre a campo traviesa. Y eso fue lo que pasó. Un gallego con gran imaginación compró el maniquí de una mujer (bastante atractiva, por otro lado), invirtió unos pesos en ropa femenina, en anteojos para el sol y una peluca rubia al mejor estilo Marilyn. Un "bomboncito" para cualquier depravado. Sin embargo, el ñato la quería sólo de acompañante. La sentó en el asiento de al lado al del conductor, le puso el cinturón de seguridad, y se zambulló en la autopista por el carril vedado a los solitarios.

Por una requisa de rutina, cuando el tipo marchaba a velocidad normal rumbo a Madrid, la paró la Guardia Civil. Un poco al voleo, los uniformados pararon al conductor, éste se estacionó a un costado y los agentes se le acercaron. No está bien claro lo que sucedió, pero aparentemente a uno de los policías le resultó llamativa la inmovilidad de la mujer. "Esa tía está muerta", le dijo en voz baja a uno de su compañeros.

El conductor, contrastando con la muñeca, transpiraba que daba gusto. Entonces un guardia civil dio la vuelta al auto, hizo bajar la ventanilla y le habló a la "mujer", que obviamente no respondió. Insistió y nada. Fue en ese momento en que uno de los polis le dijo al conductor: "Esa es una muñeca" ¿Quién?, preguntó con falsa inocencia el sujeto. La historia concluye con un final conocido y con otro incierto. El hombre tuvo que pagar 200 euros de multa y dejar la muñeca en el puesto policial. La incertidumbre está vinculada con el paradero de la muñeca, que dicen era muy bella.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)