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17 octubre 2012

Ser referí es un gran problema si sos enano


Por Humberto Acciarressi

Cem Yazirlioglu tiene algo a favor: sus metas son altas. Aunque posee una gran contra: es enano. Quiso ser jugador de fútbol, pero hasta el más malo lo pasaba como estación chica. Transcurrió su infancia y, a medida que sus compañeros de equipo mejoraban, Cem se trabajaba sin demasiado esfuerzo su camino al banco de suplentes. A veces paseaba por el barrio berlinés de Wedding, de donde es oriundo, y fue en una de esas caminatas que advirtió que era diferente a los demás. Iba en compañía del padre, que le confirmó que era enano.

Cuando en su equipo lo mandaron al banco, le dijo a sus compañeros: "Esto no es para mí. No soy un segundón". Y levantó campamento. Nadie hizo nada por detenerlo. La vida a veces suele ser muy dura para quienes son diferentes. No pasó demasiado tiempo cuando un amigo le sugirió que tenía las características para ser árbitro. Se ignora el motivo por el cual ese amigo le dijo tal cosa, pero Cem comenzó a estudiar para referí. Y obviamente se recibió con Felix Zwayer y Manuel Gräfe, jueces de primera división. Con 1,38 mts de altura, es el árbitro más bajo de Alemania y le llega al ombligo a casi todos los jugadores. Hace tres años imparte justicia en la séptima división, aunque aclara: "Soy muy ambicioso y quiero arbitrar en la cuarta o en la quinta".

El escaso tamaño no quita que se coma los insultos y hasta las agresiones que padece cualquier referí. Los insultos suelen ser un poco más virulentos, pero no tanto por su condición de enano, sino por ser hijo de padres turcos en la racista Alemania. En ese marco confiesa que ha llegado a tener miedo que la cosa se descontrolara. Cualquier paliza, él la sufriría tres veces más. Hay un motivo que podría ser el motor de su vocación. Cuando se le pregunta por qué no pasa a una categoría superior, él pequeño dice muy suelto de cuerpo: "Lo ignoro. Ya que irradio autoridad y presencia a través de mi personalidad". Miralo vos al chiquitín. Resultó ser un fanfarrón.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)