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25 mayo 2012

Northstar hace lo que no se animó Robin


Por Humberto Acciarressi

De Jean-Paul Beaubier, el mutante canadiense con habilidades sobrehumanas conocido como Northstar (Estrella del Norte), se puede decir que fue un adelantado en el arte de salir del clóset. Esquiador, novelista, hombre de negocios y capaz de moverse y volar a velocidad supersónica, en 1992 se reconoció homosexual. Claro que todo esto ocurrió en el maravilloso mundo de las historietas de Marvel, más concretamente en la edición 106 de "Alpha Flight". Durante más de una década lo había ocultado.

Ahora, Northstar le pidió matrimonio a su compañero Kyle Jinadu, en el número 50 de "Astonishing X-Men" que ya está en los kioskos de los Estados Unidos. De acuerdo a lo que anunció la editorial Marvel, la pareja sellará el acuerdo - "un poderoso amor entre dos personas que tienen que luchar contra viento y marea", según escribió el escritor de cómics Marjorie Liu- con una boda a celebrarse en la edición programada para el 20 de junio. Vale agregar que será la primera unión gay de Marvel.

Este matrimonio -no parece casual que se produzca a días de las declaraciones de Obama en favor de los derechos de los gays a casarse- tiene muchos antecedentes en el mundo de las historietas, donde los superhéroes rara vez han admitido su homosexualidad. Varios de los X-Men podrían ser una excepción, ya que hay casos de bisexualidad y lesbianismo ¿Y qué pasa por el lado de la competencia? Pues que DC Comics anunció que revelará la homosexualidad de uno de sus principales y más emblemáticos superhéroes.

¿Quién será?, ¿Batman?, ¿Superman? ¿Linterna Verde?, ¿Flash? Claro que si llegan a decir Robin no estarán dando ninguna novedad. El chico maravilla hace rato que está en el ojo de la tormenta y ya va siendo hora que blanqueen su situación, que por carácter transitivo sería la del propio Hombre Murciélago. Y si me corren un poco, hasta la de Alfred, el mayordomo. En cuanto a Superman, siempre fue evidente que su amor por Luisa Lane era muy traído de los pelos. Yo nunca le creí.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)