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24 febrero 2012

Angustia de la resucitada en San Luis


Por Humberto Acciarressi

Ocurren cosas extrañas. Los crédulos dirán que es la cercanía del fin del mundo de acuerdo a la profecía maya. Otros creemos que vienen sucediendo desde siempre y, más aún, que son la sal de una vida que caso contrario sería muy aburrida. Pero lo que le aconteció a Stella Barsanti, una puntana de 52 años, debe ser muy angustiante.

La mujer, un mal día, perdió su DNI. Intentó renovarlo, al tiempo que no podía vender una moto por carecer de CUIL. Con más preocupación que miedo, Stella fue a una dependencia de la ANSeS y no sospechó nada cuando los empleados se miraban unos a otros y ninguno se le arrimaba para explicarle el problema que tenía. Hasta que finalmente, ante su evidente impaciencia, un trabajador se le acercó y con temor le dijo: "Señora, usted está muerta desde 1978. Y si quiere más datos, falleció en el partido de San Martín, en Buenos Aires. Lo lamento".

La noticia no le cayó bien a Stella. Si le creía a los empleados, era un fantasma desde 34 años atrás. Desde los 18 era finada. Lo cual explicaba por qué nunca podía hacer un trámite, especialmente recibir un crédito. Darle uno a un muerto sería muy osado. Y sin embargo Stella es peluquera, tiene tres hijos y tres nietos. Había un sólo lugar para el cual la mujer estaba viva: el padrón electoral.

La pobre finada tuvo que dejar de trabajar para dedicarse de lleno a demostrar que vivía. No debe ser nada fácil con tanta burocracia. Igual ella destaca la buena predisposición de los empleados. Después de meses, la muertita dio señales de vida y se enteró de que la habían "resucitado". Ya tenía nuevo DNI y hasta podría vender la moto. Pero Stella está dispuesta a saber qué pasó en estas tres décadas. "Esto lo voy a seguir hasta que haya un resarcimiento porque todo me ha causado mucha angustia", dice la ahora resucitada puntana. Lo más terrible es que tiene amigos que cada vez que se cruzan con ella, le preguntan con sorna: "Stella, ¿estás viva?". Un día de estos mata a alguno.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)