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19 agosto 2011

Un émulo de Rambo en la sede de Altamira


Por Humberto Acciarressi

El domingo a la noche, en el comando electoral de la Alianza del Frente de Izquierda y de los Trabajadores, que consiguió con holgura el “voto milagro” que pedía Altamira, había cientos de militantes. En ese momento aún no se sabía que la fuerza llegaría a los 512.403 votos y se metería de lleno en las elecciones de octubre. Sin embargo todo era fiesta. Hasta que los asistentes se quedaron mudos. Un tipo, vestido de militar, con una ametralladora y varios cuchillos, se coló en el local con cara amenazante.

Algunos militantes con reflejos rápidos lo rodearon y lograron reducirlo. La sorpresa fue grande cuando descubrieron que la ametralladora era una imitación hecha con caños, aunque los cartuchos y las armas de hoja eran bien reales. La policía se lo llevó, pero antes de que eso ocurriera el émulo de Rambo alcanzó a decir: “Se agrupó mucha gente con banderas rojas y eso me puso paranoico”. El tipo, un ucraniano medio colifa, más tarde hizo declaraciones en el sitio Plazademayo.com, que lo describe como “un hombre joven, rubio, de piel pálida, vestido con ropa de fajina”. Más aún, se llama Vitaliy Zhukovskyy, de 29 años y 12 en la Argentina, casado y dos hijos.

El sujeto jura que estuvo en el ejército. “En Ucrania la pasamos mal con el comunismo”, precisó, y añadió que su padre murió por ser enviado a Chernobyl, un primo quedó minusválido en Afganistán, y la mitad de sus tíos-abuelos murieron en la hambruna del 30. “Por eso, cuando vi las banderas rojas me dio un ataque. Sentí pánico y me volví loco”, jura. La historia de este Rambo vernáculo terminó cuando pidió perdón y prometió no beber más. Los médicos legistas que lo evaluaron aconsejaron su internación. Los que vivieron ese momento tienen miedo a otro brote. Mamita.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)

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