Por Humberto Acciarressi
La verdad es que nadie daba dos pesos por estas "primarias" y resultaron divertidas. Incluso quienes se quejaban por tener que ir al cuarto oscuro para elegir candidatos que ya se habían puesto a dedo, concurrieron y cumplieron. Y a diferencia de otras veces, muchos fueron más temprano y luego se dedicaron a llenarse de colesterol. Obviamente tuvimos al "votante de último momento", ese que aborrecen autoridades de mesa y fiscales. La de ayer fue una jornada de prueba. En términos teatrales, "un ensayo general". La obra se estrena en octubre y recién entonces se sabrá si hay una segunda función.
Hubo, eso sí, una tranquilidad mayor para los que estarán en la carrera, especialmente para el oficialismo. Y la manifestaron de las formas más diversas. Hasta que Randazzo dio las primeras cifras de algunas mesas a las 21, en los centros de campaña se vio de todo. Desde el Coro Kennedy (el único grupo musical que parece una comparsa de los Hermanos Marx y sin embargo tiene un inexplicable prestigio) en el bunker de Scioli, hasta sillas vacías en el de Lilita Carrió; un entusiasmo medido en el peronismo duhaldista y el radicalismo; una euforia contagiosa entre Altamira y los suyos, así como también en el cuartel de Binner.
Sin datos de encuestas ni bocas de urna durante tres horas, las conversaciones giraron sobre supuestas alianzas, algunas de las cuales comenzaron antes. La calle, no muy diferente a la de otros domingos. Mucha factura, tortas y café con leche, frente a programas televisivos en los que los analistas no sabían qué decir por falta de números. En el búnker K, al compás de los cantos de La Cámpora, faranduleros como Andrea del Boca y Pachu Peña buscaban las cámaras, y los punteros el micrófono. Durante un día, la Argentina pareció un país sin problemas. Un paradisíaco set de filmación en el que hasta las broncas parecieron de mentira. Y en realidad recién ayer comenzó de verdad esta historia.
(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)
La verdad es que nadie daba dos pesos por estas "primarias" y resultaron divertidas. Incluso quienes se quejaban por tener que ir al cuarto oscuro para elegir candidatos que ya se habían puesto a dedo, concurrieron y cumplieron. Y a diferencia de otras veces, muchos fueron más temprano y luego se dedicaron a llenarse de colesterol. Obviamente tuvimos al "votante de último momento", ese que aborrecen autoridades de mesa y fiscales. La de ayer fue una jornada de prueba. En términos teatrales, "un ensayo general". La obra se estrena en octubre y recién entonces se sabrá si hay una segunda función.
Hubo, eso sí, una tranquilidad mayor para los que estarán en la carrera, especialmente para el oficialismo. Y la manifestaron de las formas más diversas. Hasta que Randazzo dio las primeras cifras de algunas mesas a las 21, en los centros de campaña se vio de todo. Desde el Coro Kennedy (el único grupo musical que parece una comparsa de los Hermanos Marx y sin embargo tiene un inexplicable prestigio) en el bunker de Scioli, hasta sillas vacías en el de Lilita Carrió; un entusiasmo medido en el peronismo duhaldista y el radicalismo; una euforia contagiosa entre Altamira y los suyos, así como también en el cuartel de Binner.
Sin datos de encuestas ni bocas de urna durante tres horas, las conversaciones giraron sobre supuestas alianzas, algunas de las cuales comenzaron antes. La calle, no muy diferente a la de otros domingos. Mucha factura, tortas y café con leche, frente a programas televisivos en los que los analistas no sabían qué decir por falta de números. En el búnker K, al compás de los cantos de La Cámpora, faranduleros como Andrea del Boca y Pachu Peña buscaban las cámaras, y los punteros el micrófono. Durante un día, la Argentina pareció un país sin problemas. Un paradisíaco set de filmación en el que hasta las broncas parecieron de mentira. Y en realidad recién ayer comenzó de verdad esta historia.
(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)
#Elecciones Primarias 2011