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01 junio 2011

El rey de Suecia es un fiestero

Por Humberto Acciarressi

En el ranking de los gobernantes que tiran la chancleta (cada vez más numeroso) parece que habrá que incluir al rey Carlos XVI Gustavo, de Suecia. El monarca es sometido a pedidos de explicaciones, ya que lo acusan -con bastantes pruebas- de frecuentar clubes de "striptease" y, no es un dato menor, de contactos con la mafia. Lo más lindo es que los allegados al rey niegan el hecho, aún cuando les muestran fotografías en la que el hombre está con dos mujeres desnudas.

Y éstas serían de apenas algunos boliches escandinavos de festicholas nudistas. Las imágenes -por lo menos éstas- están en poder de un antiguo mafioso, Mille Markovic, dueño del club donde se tomaron las fotografías. Más olor a cama (en la doble acepción), imposible. Pero lo cierto es que lo agarraron con las manos en la masa. Y además es un jugador empedernido, frecuentemente acusado de relaciones extramatrimoniales.

Todo el asunto salió a la luz con la aparición del libro "The Swedish Godfather" ("El Padrino sueco", acerca del mafioso Milan Sevo). En sus páginas se lee que un amigo del rey, Anders Lettström, intentó comprar las fotos comprometedoras en posesión del mafioso. El amigo es uno de los integrantes del grupo de locos lindos que iban de cabarute en cabarute con el monarca, de acuerdo a lo publicado en otros libros. Tal es así que el propio Lettström lo reconoció, pidió disculpas y se alejó de su amigo de parrandas.

Para la familia real sueca está todo mal. Hace unos días, la esposa de Carlos Gustavo, la reina Silvia, tuvo que salir a dar explicaciones sobre el pasado nazi de su padre, quien se habría enriquecido gracias a confiscar la empresa de un rico judío berlinés. Ah, y como si esto no bastara, sumemos la abrupta ruptura del compromiso de boda de la princesa Magdalena por infidelidades de su novio y el fin inesperado del noviazgo de diez años del príncipe Carlos Felipe. Malos tiempos para la monarquía sueca. En cualquier momento investigan a las mascotas de la familia y también caen en la volteada.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)