Todo el mundo, desde voceros del Vaticano hasta gente de la calle, critican severamente una gigantesca escultura modernista que aspira a retratar a Juan Pablo II, señalando que la estatua de bronce ubicada desde hace poco frente a la principal estación ferroviaria de Roma ni siquiera se parece al pontífice. Pasajeros y turistas dicen que les recuerda a Mussolini; otros que parece una garita de policía; unos que el Papa no tenía la cabeza tan redonda; muchos, directamente, señalan que es feísima. Lo cual debería bastar si se trata de una obra de arte. Una empleada de limpieza de la estación fue la que le encontró un sentido práctico: "Con la forma de la capa, tarde o temprano personas sin techo dormirán dentro de ella". Vox Populi, Vox Dei.