Por Humberto Acciarressi
Poco antes de morir el 22 de julio de 1990, hace dos décadas, dejó inconclusa la novela "Humedad relativa 95%". Manuel Puig tenía nostalgias de la Argentina y se quejaba de eso. Y por cierto su vida, que concluyó en la mexicana Cuernavaca, tuvo muchos altibajos, grandes sinsabores, y la necesaria dosis de entusiasmo como para hacerle frente a lo que viniera. Intenso, prolífico y aventurero, él mismo podría ser un personaje de sus novelas, desde que nació en la bonaerense General Villegas, pasando por sus experiencias cinematográficas europeas (que inspiraron su obra "La traición de Rita Hayworth"), sus visitas a Buenos Aires, sus alegrías y sus tristezas. "Boquitas pintadas" y "Buenos Aires affair" le dieron celebridad. Pero hay que decir que Puig fue uno de los autores argentinos peor tratados por la crítica.
Ese enemigo de las muchedumbres, sufrió el martirologio literario de ser considerado un autor menor. En 1978, Le Monde criticó con dureza "El beso de la mujer araña". Paradójicamente, tres años después, la obra figuraba entre los cuatro libros en lengua española obligatorios en las universidades francesas. Juan Carlos Onetti fue decididamente cruel. El gobierno de Isabel Perón y su brazo parapolicial, la Triple A, lo puso en sus listas de la muerte y se fue del país. De Brasil saltó a México, escribió la estupenda y poco considerada "Cae la noche tropical" y murió. Pasó el tiempo y con él las modas, pero leer a Puig sigue siendo una celebración a la buena literatura.
(Publicado en la sección Cultura de La Razón, de Buenos Aires)