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16 mayo 2010

Bob Marley y la mística rastafari

Por Humberto Acciarressi

Si nos ajustamos a los hechos, sin la música de Bob Marley muy pocas personas en el mundo sabrían que existe algo llamado rastafarismo. Es, en todo caso, uno de los más notorios triunfos del arte. Pero, ¿qué es ese sincretismo religioso que está presenta en cada una de las canciones de Bob Marley y que tiene como ícono el león coronado que lleva la bandera verde, amarilla y roja de Etiopía?
El movimiento rasta es, a grandes rasgos, una mezcla de la Biblia con el concepto judío de pueblo elegido, cuyos acólitos creen en el emperador etíope Haile Selassie como un Dios encarnado, para ellos el demiurgo negro mencionado en el Apocalipsis, descendiente de Salomón y la reina de Saba.

Dicho sea de paso, Selassie murió a los 83 años de un cáncer de próstata según la versión oficial y enviado a matar por la revolución socialista que lo derrocó del poder en 1974, de acuerdo a lo que parece ser la realidad. Sin embargo, de acuerdo a las creencias rastas, el espíritu del emperador sigue vivo, es universal y eterno, y se lo venera como si estuviera aquí. Una leyenda que elllos alimentan es que la muerte nunca ocurrió, y que una prueba de esto es que se realizaron varios funerales en diferentes lugares.

En la propia Jamaica, el profeta del rastafarismo es Marcus Garvey, uno de los personajes más originales que caben imaginar. Nació en 1887, se casó dos veces, fue miembro activo de la iglesia metodista, sindicalista, defensor de los derechos de los negros, fundador de diarios, viajero, creador de partidos políticos, fue preso acusado de vender un...¡barco!...que no era suyo, fue elegido concejal y expulsado del cuerpo legislativo porque no asistía a las reuniones porque estaba en la cárcel.

Garvey fue un verdadero trotamundo que murió en 1940 en Inglaterra y cuyos restos fueron recibidos más tarde en Jamaica como los de un héroe nacional. Se lo considera el profeta rasta, por cuanto se dice que anunció que había que mirar al Africa y esperar la coronación de un negro, en este caso Haile Selassie. Vale aclarar que el emperador de Etiopía se llamaba en realidad Tafari Makonnen, que unido al título nobiliario "Ras" (jefe) nos da el Ras Tafari que más tarde se haría tan popular entre los trabajadores negros de Jamaica primero, y más tarde entre toda la población.

Si el rastafarismo tiene su dios y su profeta, Bob Marley es su Homero. Es aquel que contó en sus canciones los orígenes, las luchas y las esperanzas de la población negra del mundo. Curioso que el vate más popular del rasta sea quien, en su infancia, recibía las burlas de los chicos negros jamaiquinos por su condición de mulato, ya que era hijo de una afrojamaiquina y un blanco de ascendencia inglesa. La historia tiene esas vueltas.

(Publicado en el suplemento de música ¿Te Suena?, de La Razón, de Buenos Aires)