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29 agosto 2009
27 agosto 2009
Un duende dejó la fama por la libertad
Lo primero es lo primero. Un duende, capturado por un joven en San Juan y encerrado en una jaula, engañó a su secuestrador y se dio a la fuga. Sin cometer delito alguno salvo ser diferente, y no teniendo las garantías de ser atendido en el INADI, hizo bien. Más aún: esa decisión de salir de la jaula inmunda para retornar a los verdes prados, se observa, claramente, en la mirada inteligente y en cierto ademán estratégico que se ve en la única foto que pudieron sacarle con un celular.
No sabemos si salió de un cuento de los hermanos Grimm y es bueno; o si es un maligno Leprechaun imaginado por el bocho mórbido de Stephen King. Decididamente no es William Dafoe imbuido en su papel en "El hombre araña", porque quienes lo vieron expresan que no se parece. Además el actor es más alto y no entraría en la jaula. Se confirmó, eso sí, que gruñe, pega alaridos y asusta a los perros por la noche. Y camina de costado cual Michael Jackson.
Una versión sostiene que se internó en el monte, donde, como se sabe, reside el chupacabras y la luz mala le pone la piel de gallina al más bravo. Otros lugareños sufren imaginándolo perdido, lejos de su mundo de elfos, trols y hadas, cercado por humanoides alienígenas. Tal vez muera; tal vez no. Pero siempre será recordado como el duende que prefirió la libertad y el anonimato, antes que la fama y el encierro. Y el "ladri" que cobraba entre 5 y 50 pesos por mostrarlo, tendrá que salir a trabajar. O inventar un nuevo curro.
(Publicado en "La columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)
26 agosto 2009
Cuidado con Jessica Biel
- Jessica Biel
- Beyoncé
- Jennifer Aniston
- Tom Brady
- Jessica Simpson
- Gisele Bundchen
- Miley Cyrus
- Megan Fox y Angelina Jolie
- Ashley Tisdale
- Brad Pitt
El listado letal lo tenés acá. Aunque una mina así, bien vale una nueva CPU.
25 agosto 2009
Internet: si sos adicto, estás en el horno
Dos noticias -una de EE.UU. y otra de China- dan cuenta de nuevos métodos para sacar a los adictos de las garras apocalípticas de internet. En el primero de los casos, en Washington, un fanático de los videojuegos de rol está siendo tratado con un método singular para devolverlo al mundo real: alimentar cabras con mamadera y construir un gallinero. Les juro que es cierto. Es como si para devolver al universo real a un adicto a las drogas alucinógenas, el tratamiento consistiera en recomendarle que se busque un amigo invisible o que críe un unicornio. No vamos a defender la adicción a internet, pero decididamente está más cerca el mundo de la virtualidad que darle la mamadera a una cabra. E incluso es más limpio.
Pero los adictos, dicen los expertos, deben ser "reprogramados" (ese es el verbo que utilizan). ¿Reprogramados?, ¿quieren devolverlos a la realidad y los tratan como si fueran un reproductor de DVDs? En líneas generales, el objetivo es que los internet-adictos se bañen, cocinen y realicen tareas domésticas. Que vendría a ser algo así como convertirlos en buenas amas de casa. Ustedes perdonarán, pero el tratamiento, que cuesta 14.500 dólares, es menos atractivo que una charla de filosofía con Homero Simpson.
Mientras tanto, en las antípodas chinas, un chico de 15 años fue muerto a golpes y otro de 14 está grave, luego del "tratamiento" en un campo de "rehabilitación" para adictos a internet, cuyo creador -admirador del rigor militar- cobra 730 dólares por sujeto a curar. Me rindo: ante esto, siempre es mejor armar gallineros y darle la mamadera a una cabra.
(Publicado en "La columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)
24 agosto 2009
21 agosto 2009
20 agosto 2009
Cromañón
Podría escribir mucho. Sin jactancia, pero podría hacerlo con las experiencias recogidas en treinta años y más de vivir, ya sea desde dentro, como espectador o como periodista, las alternativas y las internas del rock del país; del que llegó a los unplugged de la MTV hasta el de que se quedó, por propia voluntad, en los arrabales de esta Argentina siempre en vías de extinción. Me salgo de la vaina por escribir sobre quienes festejaron la absolución de los integrantes de Callejeros como si se tratara de un River-Boca, con los familiares de los muertos frente suyo. Pero también sobre los que escriben en Twitter y otras redes sociales contra el grupo -siempre el eslabón más débil de la cadena- y la decisión judicial de absolverlos de acuerdo a un fallo de más de dos mil páginas que acabo de terminar de leer (en líneas generales, estos son los mismos que defendieron a capa y espada a quien debería haber estado en el banquillo y no estuvo, es decir el ex jefe de gobierno Aníbal Ibarra, dos de cuyos funcionarios fueron condenados).
El administrador de este blog estuvo aquella noche y desde entonces con las víctimas de la tragedia por razones varias que incluyen las personales, que ahora prefiero dejar de lado. Pero siempre se negó a ser un idiota útil de los pulpos de las discográficas y de las radios del sistema que se reportan a/y cobran de/ las multinacionales de la música. Esos mismos que catalogan despectivamente de "rock chabón" a todo aquel que no tengan en la plantilla de sus ejercicios financieros. El juicio que condenó a unos y absolvió a los músicos no podía terminar bien, porque tanta muerte joven no se repara con nada.
Personalmente estuve varias veces dentro del boliche trágico. Y más tarde, hasta el día de hoy, en sótanos y lugares que son verdaderas trampas que siguen funcionando como si en Buenos Aires no hubiera ocurrido la mayor tragedia en la historia de un recital de rock a nivel mundial. Pero de eso no se habla porque no es políticamente correcto, no sea cosa que se toquen de refilón los nombres de Ibarra y de Macri (actual jefe de gobierno porteño y, en calidad de tal, de los cuerpos de inspectores) o del matrimonio Kirchner (él, jefe supemo de la Policía Federal en su rol de presidente de la Nación cuando ocurrió la tragedia; ella, en la actualidad).
Del grupo no voy a escribir nada que no haya dicho, porque eso remite apenas a gustos personales que no tienen nada que ver con la tragedia. Para algunos, ayer fue un día triste. Para muchos más, la tristeza ya forma parte indeleble de sus vidas. Y ciertos personajes ya están montados en esa tristeza y en esas broncas para continuar o comenzar con sus negocios. Ayer en Twitter, vidriera de la mass media mejor acomodada, algunos ya se largaron al ruedo a hacer bochinche y auto-promocionarse. Ratas hay siempre.
19 agosto 2009
Parece que Funes es uno más del montón
Acaban de descubrir algo que, a decir verdad, este columnista pensaba que ya se conocía. No por sabiduría, sino por sentido común. Los buscadores de la web, encabezados por Google, utilizan, para rastrear sitios, el mismo procedimiento de las neuronas del cerebro. Aún se desconoce que avance permitirá este hallazgo, pero -y no deja de ser bastante triste- arroja por la borda la larga fama de "El hombre Google", aquel Brad Williams, oriundo de Wisconsin, Estados Unidos, que se destacó por ganarle a los buscadores de internet. Una especie de Funes borgiano.
Ahora, con este descubrimiento, resulta que todos somos un poco "hombres Google", y aquel pobre sujeto pasa inmediatamente a formar parte de una masa anónima y multitudinaria. El asunto, sin embargo, es más complejo de lo que parece. ¿Quién carga los datos del cerebro para que después las neuronas cumplan con su trabajo y arriben a las respuestas buscadas? Cada uno de nosotros, dictaría la lógica. Entonces, que haya tanto bestia suelto, ¿se debe a que la información pasa por sus neuronas como por estación chica o alambre caído?, ¿tendremos que tenerle la misma paciencia que a los buscadores web cuando están más lentos que el perrito terrier que se tomó sin querer una caja de clonazepan? Básicamente, no podemos discutir el hallazgo. No nos da la cabeza y nuestras neuronas están en pasmosa decadencia. Frente a esto, ¿nos haremos ver por un médico o por un técnico?
(Publicado en "La columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)
18 agosto 2009
15 agosto 2009
La Edad de Oro según la MTV
Por Humberto Acciarressi
Desde antes de los tiempos de Hesíodo -y usamos su nombre ya que es, quizás, el más célebre de los que se han ocupado del tema-, los hombres han acuñado unos doscientos mitos en más de treinta culturas diferentes, referidos a una Edad de Oro. Para quienes se han pelado las pestañas estudiando el tema, olvídense del autor de "Los trabajos y los días", de Platón, de Ovidio, de Tíbulo, de Virgilio, y de su larga y memorable compañía. Archiven también las ideas sobre arcadias y utopías, e incluso regalen al cartonero la obra "La edad de oro" de Gore Vidal y los estudios de Giorgio de Santillana.
La edad de oro ahora la reglamenta la MTV y no tiene nada que ver ni con las letras ni con la filosofía, sino con el consumo. Y se encuentra -de acuerdo al estudio de la cadena televisiva- entre los 25 y los 34 años. En esa franja, el 22% gasta su plata en diversión; el 16% planea comprar un auto nuevo el año próximo y el 23% una TV de pantalla plana. Si creyéramos eso, sería lamentable. Pero el estudio nos da una frase como para ponerle un marco: "En esta edad de oro se verifican los mayores índices de felicidad, confianza y poder de compra". Bingo. Cartón lleno. Lo de "poder de compra" se le había escapado a Hesíodo, pobre muchacho.
Hay un prólogo célebre en la historia de las letras. El de Paul Nizan en su libro "Adén Arabia". Allí escribió: "Yo tenía veinte años; no permitiré a nadie decir que es la edad más bella de la vida". Pero no te preocupes, si estás en la franja de la MTV y no sos el tipo más feliz del mundo, sólo ocurre que no existís.
(Publicado en "La columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)
12 agosto 2009
La existencia humana
"El hecho básico de la existencia humana es, no una tragedia, sino un aburrimiento. No es tanto una guerra más que un esperar en una fila de personas. La objeción hacia ella no es que sea predominantemente dolorosa sino que carece de sentido"
Henry-Louis Mencken
Las murgas reclaman lo suyo y lo nuestro
La comunidad del carnaval porteño -más de 100 murgas, 15.000 artistas populares, 40 corsos barriales, todos protagonistas de un espectáculo gratuito que los últimos años convocó a más de un millón de personas en cada febrero- se movilizará este jueves a las 17 horas a la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en contra del anunciado recorte del presupuesto, oportunamente asignado a las agrupaciones carnavalescas por el poder legislativo local. Vale recordar que el mismo se le otorga a las murgas desde 1997, cuando -ley mediante- se estableció que la actividad carnavalera porteña es patrimonio cultural de la ciudad de Buenos Aires y se rescató el carácter tradicional, popular, callejero y barrial de los festejos.
La protesta se inscribe dentro de un conjunto de medidas que llevan a cabo las agrupaciones de carnaval "por el pago de las actuaciones de febrero último; para que se restituyan corsos que se quitaron el año pasado; por la defensa del carnaval y de la cultura popular", entre otras cuestiones igualmente importantes. El plan abarca desde sucesivas manifestaciones hasta la realización, a principios de septiembre, de un gran corso frente a la sede del Poder Ejecutivo porteño. La comunidad murguera se encuentra en "estado de movilización" y este blog acompaña sus reclamos.
10 agosto 2009
08 agosto 2009
06 agosto 2009
Voy al súper a mirar...digo a comprar
Por Humberto Acciarressi
Cuarenta y tres minutos es el lapso que invierte un hombre en observar mujeres en el transcurso de un día. "Inversión": que se entienda. Apenas dos minutos menos que una sesión de terapia tradicional o medio tiempo sin alargue de un partido de fútbol. Con una compañera, calculadora en mano, tratamos de establecer el método seguido por los investigadores. No pudimos. Pero se dice que un hombre insume un año de su vida en mirar mujeres.
Dos cosas suelen despertar grandes pasiones: las importantes y las intrascendentes. Cada uno sabrá donde ubica este asunto, pero en pocos minutos a varios compañeros les pareció poco tiempo, y a otros, mucho. Cada cual sabe donde le aprieta el zapato. Sin embargo no se informa un dato clave: ¿el tiempo es acumulativo?, ¿lo que no usé ayer lo puedo utilizar mañana?
Pero lo más llamativo del estudio es que ese tiempo tan bien insumido transcurre, fundamentalmente, en los supermercados. Lo que no debería ser un contrasentido, ya que las asociaciones de consumidores aconsejan "estudiar bien la mercadería". Y además confirmaría que las mujeres menos producidas son más atractivas (tengo una teoría al respecto). Caso contrario, ¿por qué los boliches están en segundo término?
El espacio de esta columna ya concluye. El tiempo corre y no es cuestión de regalarlo así como así. En fin, ustdes comprenderán: muchas horas con la vista en la computadora. Uno necesita salir. ¡Querida!, vos descansá. Voy a Coto a hacer unas compritas. Ahh... vuelvo en 43 minutos.
Cuarenta y tres minutos es el lapso que invierte un hombre en observar mujeres en el transcurso de un día. "Inversión": que se entienda. Apenas dos minutos menos que una sesión de terapia tradicional o medio tiempo sin alargue de un partido de fútbol. Con una compañera, calculadora en mano, tratamos de establecer el método seguido por los investigadores. No pudimos. Pero se dice que un hombre insume un año de su vida en mirar mujeres.
Dos cosas suelen despertar grandes pasiones: las importantes y las intrascendentes. Cada uno sabrá donde ubica este asunto, pero en pocos minutos a varios compañeros les pareció poco tiempo, y a otros, mucho. Cada cual sabe donde le aprieta el zapato. Sin embargo no se informa un dato clave: ¿el tiempo es acumulativo?, ¿lo que no usé ayer lo puedo utilizar mañana?
Pero lo más llamativo del estudio es que ese tiempo tan bien insumido transcurre, fundamentalmente, en los supermercados. Lo que no debería ser un contrasentido, ya que las asociaciones de consumidores aconsejan "estudiar bien la mercadería". Y además confirmaría que las mujeres menos producidas son más atractivas (tengo una teoría al respecto). Caso contrario, ¿por qué los boliches están en segundo término?
El espacio de esta columna ya concluye. El tiempo corre y no es cuestión de regalarlo así como así. En fin, ustdes comprenderán: muchas horas con la vista en la computadora. Uno necesita salir. ¡Querida!, vos descansá. Voy a Coto a hacer unas compritas. Ahh... vuelvo en 43 minutos.
(Publicado en "La columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)
Te escribo desde mi tumba para contarte...
Por Humberto Acciarressi
"Querida, ¡sorpresa!, tienes un e-mail. ¿Cómo estás?. Yo pudriéndome en el cementerio, pero feliz de comunicarme con vos. Esta noche te visito. Jaja. Es broma. Bueno, espera mi próximo correo que tengo cosas que contarte. Besos de tu muerto preferido". ¿Alguna vez tuviste la peregrina y descabellada idea de comunicarte con quien quieras, vía e-mail, después de tu muerte?, ¿sí? Lástima que no lo patentaste, porque en Inglaterra te ganaron de mano.
La gente ya está requiriendo los servicios del "Club de los últimos mensajes" (nombre digno de Robert L. Stevenson si los hay). Allí envían a sus destinatarios, hasta cien correos que vos escribiste antes de estirar la pata, en un rapto de morbosidad difícil de igualar. Pero allá vos; siempre es mejor así que llegar a medianoche, envuelto en una túnica blanca y arrastrando cadenas. O quién sabe. Lo cierto es que se viene el fin de la tabla Ouija, del juego de los vasos y las sesiones de espiritismo.
Los médiums se quedarán sin trabajo y ya no habrá posibilidad de que uno se comunique con Napoleón en lugar de hacerlo con la tía muerta, que se llevó a la tumba el secreto de dónde guardaba los dólares. Ahora, la señora podrá dejar un mail indicando el sitio y recordando al deudo que le de la comida al loro. Igual no pierdas de vista que la compañía no garantiza más que el envío del correo. Si vas a parar a la casilla de los spams, ya es cuestión del receptor. Y la mala noticia es que ya estarás muerto para quejarte.
(Publicado en "La columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)
"Querida, ¡sorpresa!, tienes un e-mail. ¿Cómo estás?. Yo pudriéndome en el cementerio, pero feliz de comunicarme con vos. Esta noche te visito. Jaja. Es broma. Bueno, espera mi próximo correo que tengo cosas que contarte. Besos de tu muerto preferido". ¿Alguna vez tuviste la peregrina y descabellada idea de comunicarte con quien quieras, vía e-mail, después de tu muerte?, ¿sí? Lástima que no lo patentaste, porque en Inglaterra te ganaron de mano.
La gente ya está requiriendo los servicios del "Club de los últimos mensajes" (nombre digno de Robert L. Stevenson si los hay). Allí envían a sus destinatarios, hasta cien correos que vos escribiste antes de estirar la pata, en un rapto de morbosidad difícil de igualar. Pero allá vos; siempre es mejor así que llegar a medianoche, envuelto en una túnica blanca y arrastrando cadenas. O quién sabe. Lo cierto es que se viene el fin de la tabla Ouija, del juego de los vasos y las sesiones de espiritismo.
Los médiums se quedarán sin trabajo y ya no habrá posibilidad de que uno se comunique con Napoleón en lugar de hacerlo con la tía muerta, que se llevó a la tumba el secreto de dónde guardaba los dólares. Ahora, la señora podrá dejar un mail indicando el sitio y recordando al deudo que le de la comida al loro. Igual no pierdas de vista que la compañía no garantiza más que el envío del correo. Si vas a parar a la casilla de los spams, ya es cuestión del receptor. Y la mala noticia es que ya estarás muerto para quejarte.
(Publicado en "La columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)
05 agosto 2009
El peligro de los conductores suicidas
Por Humberto Acciarressi
Allá por comienzos de los años 70, J.G.Ballard publicó una de sus novelas más perturbadoras, lo que es mucho decir en la obra del escritor recientemente fallecido. "Crash", tal el título del libro, fue llevado al cine por David Cronenberg con el mismo nombre (que no debe confundirse con otra película que anda por allí, que en algunos países le han puesto también "Crash" y en otros "Alto impacto", y que obviamente no tiene nada que ver con Ballard). Allí, en las versiones originales literaria y cinematográfica, se cuenta la psicopatía de unos morbosos que juegan al límite de la vida propia y ajena en coches y vehículos varios, cuya destrucción -en inevitables y aún buscados accidentes- les provoca una excitación erótica.
Si Ballard y Cronenberg anduvieran por Buenos Aires en estos días, deberían -a riesgo de parecer infantiles-pegarle una vuelta de tuerca a sus obras. La realidad es peor. Motociclistas suicidas andan a 300 km por hora en una ruta bonaerense y suben sus "hazañas" en You Tube. Estos psicópatas, potenciales criminales y conductores suicidas, no son los únicos. Transitan por calles y rutas con su onanismo por el vértigo, a toda hora y con la anuencia de quienes no hacen nada por evitarlo.
En su momento, el libro de Ballard y el film de Cronenberg fueron acusados de obsenos y violentos, y los merodeó la censura. Los conductores suicidas que andan por Buenos Aires tienen mejor suerte. Se aplauden entre ellos antes de estrellarse la cabeza y chorrear sus sesos por el asfalto. La única pena es que también muere gente inocente. Pero sus deudos no suben videos a You Tube.
(Publicado en "La columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)
Y no estaría mal que vuelvas a leer un pasaje de lo que escribió el propio Ballard sobre su novela, y que figura en por lo menos un par de ediciones a manera de prefacio.
Allá por comienzos de los años 70, J.G.Ballard publicó una de sus novelas más perturbadoras, lo que es mucho decir en la obra del escritor recientemente fallecido. "Crash", tal el título del libro, fue llevado al cine por David Cronenberg con el mismo nombre (que no debe confundirse con otra película que anda por allí, que en algunos países le han puesto también "Crash" y en otros "Alto impacto", y que obviamente no tiene nada que ver con Ballard). Allí, en las versiones originales literaria y cinematográfica, se cuenta la psicopatía de unos morbosos que juegan al límite de la vida propia y ajena en coches y vehículos varios, cuya destrucción -en inevitables y aún buscados accidentes- les provoca una excitación erótica.
Si Ballard y Cronenberg anduvieran por Buenos Aires en estos días, deberían -a riesgo de parecer infantiles-pegarle una vuelta de tuerca a sus obras. La realidad es peor. Motociclistas suicidas andan a 300 km por hora en una ruta bonaerense y suben sus "hazañas" en You Tube. Estos psicópatas, potenciales criminales y conductores suicidas, no son los únicos. Transitan por calles y rutas con su onanismo por el vértigo, a toda hora y con la anuencia de quienes no hacen nada por evitarlo.
En su momento, el libro de Ballard y el film de Cronenberg fueron acusados de obsenos y violentos, y los merodeó la censura. Los conductores suicidas que andan por Buenos Aires tienen mejor suerte. Se aplauden entre ellos antes de estrellarse la cabeza y chorrear sus sesos por el asfalto. La única pena es que también muere gente inocente. Pero sus deudos no suben videos a You Tube.
(Publicado en "La columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)
Y no estaría mal que vuelvas a leer un pasaje de lo que escribió el propio Ballard sobre su novela, y que figura en por lo menos un par de ediciones a manera de prefacio.
"Crash, por supuesto no trata de una catástrofe imaginaria, por muy próxima que pueda parecer, sino de un cataclismo pandémico institucionalizado en todas las sociedades industriales, y que provoca cada año miles de muertos y millones de heridos. ¿Es lícito ver en los accidentes de automóvil un siniestro presagio de una boda de pesadilla entre la tecnología y el sexo?, ¿la tecnología moderna llegara a proporcionarnos unos instrumentos hasta ahora inconcebibles para que exploremos nuestra propia psicopatología?, ¿estas nuevas fijaciones de nuestra perversidad innata podrán ser de algún modo benéficas?, ¿no estamos asistiendo al desarrollo de una tecnología perversa, más poderosa que la razón?
A lo largo de Crash he tratado el automóvil no sólo como una metáfora sexual sino también como una metáfora total de la vida del hombre en la sociedad contemporánea. En este sentido la novela tiene una intención política completamente separada del contenido sexual, pero aún asi prefiero pensar que Crash es la primera novela pornográfica basada en la tecnología. En cierto sentido la pornografía es la forma narrativa más interesante políticamente, pues muestra cómo nos manipulamos y explotamos los unos a los otros de la manera más compulsiva y despiadada. Por supuesto, la función última de Crash es admonitoria, una advertencia contra ese dominio de fulgores estridentes, erótico y brutal, que nos hace señas llamándonos cada vez con mayor persuación desde las orillas del paisaje tecnológico"
J.G.Ballard