Cuando se murió de una sobredósis el 2 de febrero de 1979 (su madre, adicta como él, confesó más tarde que en realidad lo mató ella), Sid Vicious apenas tenía 21 años. Ni siquiera dejó un cadáver exquisito, sino estragado por dentro y por fuera. Unos pocos meses antes, se había despertado de un largo vuelo para encontrar desangrada, en el cuarto que compartían en el Chelsea Hotel, a su compañera Nancy Spungen. Lo acusaron del crimen, lo soltaron y apenas tuvo tiempo para morirse él mismo. Hay mucha leyenda en torno suyo, pero lo cierto es que desde que hizo su primer show con los Sex Pistols en abril de 1977, se convirtió en el máximo ícono del punk, apuntalado por su muerte temprana. Luca Prodan contaba que ese año lo conoció en Londres y que el recuerdo que tenía de él es que "era un tarado insoportable". Johnny Rotten lo recuerda como "dulce, pero capaz de darte un cadenazo de moto por la cabeza". Más alla de estas cuestiones, en apenas nueve meses y con un sólo album oficial ("Never Mind The Bollocks: Here´s the Sex Pistols", de 1977), el tipo se metió en la historia del rock. El resto es cuestión de gustos. Con cada uno a su manera.