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05 octubre 2006

Al rescate de Edith Nesbit


Por Humberto Acciarressi

Cuando cualquier don nadie tiene decenas de páginas de internet con su biografía, la bohemia escritora victoriana Edith Nesbit casi no figura. Su libro más famoso, "Cinco niños y eso", fue llevado al cine con poco éxito, pero gracias a la editorial Andrés Bello - que ya había editado "Historias de dragones" - ahora lo tenemos en castellano traducido por Márgara Averbach. Sin embargo, el mundo hispanoparlante aún está en deuda con esta mujer que sentía un gusto especial por escandalizar a sus contemporáneos, fumaba como una chimenea, fue una activa militante socialista, escribió ficción y artículos durante años, hasta que un día se largó a cultivar la literatura infantil con tanta suerte que en poco tiempo se hizo de una fortuna considerable.

Bohemia como pocas en esos tiempos victorianos - había nacido en 1858 y murió en 1924 - entre sus admiradores se contaron H.G.Wells y Rudyard Kipling. Y se chimenta que tuvo amoríos con Bernard Shaw. Casada a los 22 años, tuvo hijos propios y cuidó hijos ajenos, en una vida desmesurada que alguien debería encarar seriamente. Según se cuenta, su altura, sus vestidos y sus largos collares, le daban un aire que escandalizaba a las damas y atraía a los hombres. Generosa con sus invitados, fue de la riqueza a la pobreza en varias oportunidades, pero nunca escarmentó. Ni mucho menos se arrepintió.

Hace ya muchos años, Gore Vidal escribió - por suerte el artículo aún se encuentra en internet, aunque en inglés - una reivindicación de Nesbit. Entre otras cosas, se quejaba que tampoco fuera publicada en el mundo de habla inglesa. Algunos bibliófilos deben recorrer las librerías de saldos para encontrar algunas de sus obras. Eso a pesar de que ciertos autores la consideran - tal vez exageradamente, pero una injusticia deriva en la otra - como la primera escritora moderna para niños. Si Joanne Kathleen Rowling, con Harry Potter en su millonaria manga, ha reconocido su deuda literaria con las historias de Nesbit, también es justo recordar que en tiempos en que la autora de "El castillo encantado" escribía, ya existía "Alicia en el país de las maravillas" del reverendo Dogson, mundialmente conocido como Lewis Carroll. Y ese no es un dato menor.

No es ocioso anotar que todos los libros de esta singular autora, aún en la actualidad, están firmados "E.Nesbit". Igual que George Sand en el viejo continente y que Emma de la Barra entre nosotros, Edith sospechaba que descubrirse públicamente como mujer era peligroso para el destino de sus libros. Y aunque muchos sabían de quien se trataba, los miles de lectores lo ignoraban cuando leían "La ciudad mágica" o "Historia de un amuleto". Es cierto que fue una de las primeras en introducir el elemento fantástico en las obras para chicos. Pero esa fantasía no le hace gambitos a la realidad, con la que ella - salvo esos paréntesis de éxito editorial- debió lidiar desde la muerte de su padre y su pupilaje en una escuela, hasta su propia muerte, de la que ahora parece volver a caballo de líneas que bien valen una lectura.

( Publicado en "La Razón" de Buenos Aires)