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30 abril 2010

Copyright: el creador siempre pierde


Por Humberto Acciarressi

Todo comenzó con un fallo de la Sala 1 de Cámara Federal porteña, cuando sus integrantes coincidieron en que la venta callejera de Cds truchos (o sea, editados ilegalmente) no vulnera la Ley de Marcas ni los derechos de propiedad intelectual. Por supuesto ya comenzaron las repercusiones y una de las primeras fue de Víctor Heredia, que lo consideró "un daño inconmensurable". Lo que parece cierto es que los camaristas han abierto una caja de Pandora (que según la mitología contenía todos los males), que pone en peligro el concepto mismo de los derechos de un creador, sea músico, director, escritor, guionista o de cualquier profesional amparado por las leyes internacionales de Copyright.

Aún no se conocen los considerandos del fallo, pero mientras ocurre eso recordemos que en nuestro país, seis de cada diez personas consumen productos pirateados, según datos de la Cámara de Comercio de los EE.UU. en la Argentina. De ese total, el 81% reconoce que lo que compra es ilegal y un 60% puede diferenciar un original de una copia pirata.Hay algo, sin embargo, que no puede obviarse. Las empresas se acomodan a los nuevos tiempos, los piratas viven acomodados desde la época de los corsarios europeos, la gente -con el bolsillo siempre golpeado- prefiere menos calidad más barata, antes que nada. En cambio los creadores de cualquier rubro pierden siempre. En definitiva, nada nuevo bajo el sol.

(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)

29 abril 2010

¿E´ o Noé el Arca bíblica?

Por Humberto Acciarressi

Primero lo primero: investigadores turcos y chinos ahora dicen que descubrieron el Arca de Noé en el Monte Ararat, donde la humanidad viene buscándola desde que se escribió el Antiguo Testamento. Uno de ellos manifestó: "No es 100% seguro que sea, pero sí pensamos que lo es al 99,9%". Un fanfarrón. Pero al margen de eso, lo real es que el tema podría ser serio... aunque también podría ser un delirio más en la larga lista de los anteriores "descubrimientos" del Arca.

Lo que sí hace este hallazgo es renovar este milenario asunto, sugestivamente a dos años del fin del mundo, de creerle a la profecía maya o a ciertos horóscopos. Más que preocuparnos por un conjunto de maderas podridas por el paso del tiempo, habría que prepararse para nuevas Arcas. Y, sobre todo, en hacernos un lugarcito en alguna de ellas, así sea disfrazado de oso, conejo o elefante. En cuanto a lo que uno salvaría, ¿será pecar de soberbia considerarse imprescindible para el futuro de la civilización? Y de ser así, ¿podremos evitar la risa de Noé y de las parejas de animales?

En un salvataje de esta naturaleza, el argumento que uno vale más que un hámster puede ser poco persuasivo. Sobre todo si uno aceptó vivir siempre como un animalito de laboratorio. Y colgarse un cartel con la leyenda "animal en extinción" es, para calificarlo levemente, indigno. Habrá que asumirlo, en Arca ajena no habrá lugar para nosotros. Es cuestión de correr a la carpintería y comenzar a martillar. Pero incertidumbres al margen, podemos plantearnos qué llevaríamos en ese Arca hipotética. Acá entra a jugar el gusto de cada uno.

Decididamente, libros, discos y películas resultan más útiles que una pareja de paramecios. Los amores, la familia, los amigos y las mascotas no deberían quedar afuera. Sí marginaríamos a las moscas, las cucarachas, los gusanos y las víboras, y no nos referimos únicamente a los animales, sino a sus epígonos humanos. Panqueques, dulce de leche, gaseosas, poetas, mariposas, cómicos, milanesas de pollo (no de los de Evo Morales), una Lexicón 80 y muchas resmas de papel... La lista siempre será arbitraria, y por eso se desató el Diluvio clásico: la gente no suele ponerse de acuerdo en materia de gustos, y debido a esto muchas veces termina a los tiros. Por supuesto no llevaríamos armas, pero algún colado las construiría antes del final del viaje. Lo que se dice daños colaterales.

(Publicado, con algunas variantes, en La Razón de Buenos Aires)

La Feria del Libro se abre a la gente

Por Humberto Acciarressi

Anoche fue la inauguración oficial y, como suele ocurrir, todo es más acartonado. Hoy, sin embargo, se abren las puertas al público y entonces sí comienza realmente ese conglomerado de aconteceres que es la Feria Internacional del Libro. Durante varios días, por los pasillos coloreados de la Rural y sus calles con nombres de escritores, se hablará de libros, gente, películas, teatro, música, amores y algún que otro odio. Los lectores y los autores se cruzarán una y otra vez, y como suele suceder cuando la fama mediática no ha golpeado a las puertas, muchos de los primeros jamás reconocerán a los segundos. Unos se llevarán desilusiones y otros agradables sorpresas, y sí por lo menos cada persona se retira del predio con un libro bajo el brazo, el objetivo estará cumplido.

Hace ya mucho tiempo que todos aceptan que la exposición es más parecida al aleph borgeano que a la biblioteca soñada por él mismo Borges. Porque allí, realmente y parafraseando a Terencio, nada de lo humano resulta ajeno. Desde la legitimidad de las mesas de ofertas hasta las charlas sobre blogs, platos voladores, comidas exóticas o el sexo de los ángeles. Y no hay que ser Nostradamus para vaticinar las quejas de los visitantes por el precio de los restaurantes, o el cansancio de libreros, editores y trabajadores que hacen que esta megamuestra sea posible. Cuesta imaginar una Feria como ésta sin esas estridencias. Y tal vez por esto sea, simplemente, como debe ser. Ni más ni menos.

(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)

#Feria Internacional del Libro de Buenos Aires 2010

South Park: amenazan a sus creadores


Si hay algo que caracteriza a South Park es su natural irreverencia hacia todo lo que los moralistas de cualquier cuño consideran dogmas. En ese sentido, han satirizado -hasta donde el administrador de este blog ha visto- a casi a todas las iglesias del planeta, para quedarnos sólo en el plano de lo religioso. Sin embargo, luego de una chanza sobre Mahoma, un grupo islámico amenazó de muerte a sus creadores Matt Stone y Trey Parker. Sin palabras.

El archivo de la Rolling Stone en la red


La emblemática revista Rolling Stone ha puesto en la red todos los archivos de sus 43 años de existencia, donde estarán disponibles -eso sí- mediante pago. Will Dana, actual editor, señaló al respecto que los lectores "podrán perderse en cada número desde que comenzamos en San Francisco en noviembre de 1967", cuando la revista fue fundada por Jann Wenner y Ralph J. Gleason. "Cada reseña publicada, cada tapa y las entrevistas más profundas, más reflexivas con las leyendas del rock, desde John Lennon hasta Lil Wayne, de Bob Dylan a Kurt Cobain", podrá consultarse, según se señala en la página web de la publicación. Los lectores que se suscriban para tener acceso a todo el contenido de Rolling Stone, podrán leer cada nuevo número en internet y además los archivos. De cualquier forma, una gran parte del material de RollingStone.com seguirá siendo gratuito.

17 abril 2010

¿Qué será el nene cuando sea grande?

Por Humberto Acciarressi 

No existe ni existirá pregunta más odiosa para un chico. Nene, ¿qué vas a ser cuando seas grande? No sería inconcebible suponer que ese interrogante, largado a bocajarro, haya incubado la infancia de muchos asesinos seriales. Pero los chicos de ahora tienen más opciones que los del pasado. Un estudio titulado "Los trabajos que se vienen" les dan la oportunidad para salir del paso de esa pregunta odiosa.

Nene, ¿qué vas a ser cuando seas grande? El chico, desde sus siete u ocho años, pone cara solemne y responde: "Granjero vertical". "¿Lo qué?", le responderá la tía. Y así sigue la historia. Para hacerla corta, algunos de los desopilantes profesionales que se vaticinan son cirujanos para el aumento de la memoria, guía turístico espacial, fabricantes de partes del cuerpo, desechador de datos personales, organizadores de vidas electrónicas y siguen los delirios. Nada de esto (nos referimos al estudio) es mentira. Lo juramos con la mano sobre el Guinness.

Claro que, humildemente, podríamos sugerir otras profesiones. Veamos. Intermediario para peleas entre jugadores de Boca, seductor de mujeres para terceros, lector de correos spams, discutidor profesional a domicilio, traficante de neuronas, asistente a sueldo para reuniones de ex compañeros encontrados en Facebook, twitteadores por encargo, asesores de imagen de Ricky Fort. La lista es infinita. O hasta donde alcance el caradurismo propio y el dinero de quienes los contraten.

(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)

10 abril 2010

Peter Gabriel en clave de chelos y violines

Por Humberto Acciarressi

No siempre Peter Gabriel es noticia. En realidad, en los últimos años lo fue pocas veces. Ahora el ex Génesis, un excéntrico en toda la línea, acaba de editar "Scratch my Back", un trabajo que reúne doce canciones grabadas con orquesta y voz, sin incluir guitarra ni batería por decisión propia, y un batallón de cincuenta músicos. Por cierto no le falta originalidad, si se considera que la canciones que recrea fueron escritas pensando en el clásico formato musical de guitarras y batería. Son versiones de Gabriel de canciones como "The Power of the Heart" de Lou Reed, "Mirrorball" de Elbow, "Listening Wind" de Talking Heads, "The Book Of L ove" de Magnetic Fields, "Street Spirit" de Radiohead o un épico arreglo de "My Body Is A Cage" de Arcade Fire.

Tipo raro este Peter Gabriel. Cuando hace casi una veintena de placas y muchos años se largó como solista, se le antojó que sus discos no debían tener nombre. Su sello discográfico le aguantó el capricho tres veces y, de facto, le puso "Security" al cuarto. Y lo obligó a nombrarlos de allí en más. Car, Scratch y Melt son los títulos que los más fans de sus seguidores le han puesto a los primeros innombrados.

Peter Gabriel, fundador de OD2 y co-fundador junto al legendario Brian Eno de MUDDA (que promueve la descarga de música por Internet sin sellos discográficos de por medio), en la década del ochenta fue un pionero en la fusión de músicas étnicas y los guiños a otras culturas musicales. Nada de eso se ha perdido en sus nuevas exploraciones del pentagrama. De todas maneras, los más nostálgicos recuerdan la "etapa Gabriel" de Génesis, esa que abarcó desde "Crimen en la guardería" (tercer álbum de la banda y primero con la formación de Peter Gabriel, Tony Banks, Mike Rutherford, Phil Collins y Steve Hackett), hasta "El cordero se acuesta en Broadway", de 1974, meses antes de dejar el grupo por motivos personales.

Peter Gabriel nació el 13 de febrero de 1950 en Surrey, Inglaterra, lo que equivale a decir que ya tiene 60 años. De esas seis décadas, la mayoría las dedicó a la música y a otras búsquedas estéticas. En sus tiempos solistas tuvo una suerte bastante desigual. Su tope fue, sin duda, el disco "So", de 1986. "Us", de seis años más tarde, no estuvo a la altura del anterior y fue tratado bastante mal por la crítica. Algunas bandas sonoras para el cine -entre ellas "Passion", para "La Última Tentación de Cristo" de Martin Scorsese- se mezclaron con sus investigaciones de antropología cultural y sus peleas por los derechos humanos.

En su condición militante, Gabriel se ha destacado por sus campañas por los desposeídos y los perseguidos del mundo (los argentinos podemos recordar los conciertos de Amnistía Internacional de 1988). Aunque algunas de las causas que defiende son, por lo menos, un tanto pintorescas: ahora anda batallando para que se reconozcan a los monos, derechos similares a los que tienen los hombres. De hecho, en una ocasión tocó acompañado de un simio llamado Kanzi. Obviamente no fue lo más destacado de su larga carrera.

(Publicado en La Razón, de Buenos Aires)

La "luz" al final del túnel


Por Humberto Acciarressi

Lo primero es lo primero. Hasta el momento, salvo en el transcurso de alguna sesión espiritista, ningún muerto ha vuelto para contar nada de su tránsito de un estado a otro. La famosa luz de Sueiro, la del bodrio fílmico Ghost, la de Poltergeist, y otras tantas bizarradas similares, parece tener un asidero científico. Lo que nadie dice es que todos quienes vieron la luz al final del túnel (sin ser un borracho parado sobre las vías del subte), sobrevivieron. Es decir que pudieron contar el cuento. Más claro echarle agua. Ningún muerto nos dijo nada, y los zombies sólo están interesados en comer cerebros y no en narrar experiencias de vida (o de muerte).

Así y todo, las versiones varían y no son concluyentes. ¿Es la luz el equivalente a una lamparita de 100 watts?, ¿te encadila o te alumbra el camino?, ¿es tenue como la de una vela o parece la marquesina de un casino de Las Vegas?, ¿gasta mucho o es de bajo consumo? Preguntas que la ciencia no responde, porque lo que tiene hasta ahora es el relato de los sobrevivientes. E insistimos, no se ponen de acuerdo. En las antiguas mitologías, que narran los tiempos en que se estilaban las vacaciones en el reino de los muertos, no se habla de ninguna luz. Y no porque faltaran siglos para que Edison inventara la lamparita. Finalmente una pregunta que no parece menor: ¿qué empresa tiene el monopolio de esa luz? Y la factura, ¿la paga el muerto o el dueño de casa? Por las dudas, preparemos las linternas.

(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)

01 abril 2010

Jim Marshall, la mirada del rock


Por Humberto Acciarressi

Quedará en la historia como el hombre que retrató a las más grandes estrellas que tuvo el rock. Su muerte, ocurrida hace unos días, no impedirá que sus imágenes vivan, especialmente aquellas que ya son un ícono para varias generaciones. El poseído Hendrix del Festival de Monterrey de 1967, quemando su guitarra en medio de la orgía de sensaciones que se vivía en el ambiente, lo llevó al cielo de la fotografía profesional. En ese momento, James Marshall, Jim, inmortalizó a su tocayo violero (Hendrix se llama James Marshall, igual que él) y comenzó a forjar su propia leyenda en un ámbito propicio a estar poblado de mitos.

Este artista fallecido a los 74 años podía jactarse de muchas cosas. Por ejemplo, fue el único al que se le permitió entrar al camarín de los Beatles, en el último concierto de la gira final del cuarteto de Liverpool. Fue, además, el fotógrafo que acompañó a Johnny Cash a la cárcel de San Quintín, donde lo retrató con una actitud desafiante. Y fue nada menos que el fotógrafo oficial de Woodstock, con lo cual bastaría para que su nombre quedara en la memoria.

Ante su lente desfilaron los Rolling Stones, Janis Joplin, The Who, Jim Morrison, Bob Dylan (entre ellas, la que está cantando junto a Pete Seeger en el Festival de Folk de Newport en 1963) o Chuck Berry, por nombrar apenas a algunos, a quienes hay que añadir a grandes leyendas del jazz, como John Coltrane o Miles Davis. Jim Marshall fue un artista en cada acto de su vida y casi no hubo gusto estético que no se diera. Diseñó multitud de portadas de discos (unas quinientas) y hasta su muerte se mantuvo activo, con su cámara a cuestas, retratando a músicos como Ben Harper, Lenny Kravitz o Velvet Revolver. "Esta carrera nunca ha sido un trabajo; ha sido mi vida", escribió el fotógrafo.

En la mañana siguiente a su muerte tenía que presentar su nuevo libro, Match Prints (un trabajo conjunto con su colega Timothy White), en Nueva York. Una exhibición de los dos fotógrafos tenía previsto inaugurarse en el Staley Wise Gallery, en el Soho. Y paralelamente, en la Morrison Hotel Gallery, los visitantes veían una muestra de sus obras. Como se observa, hasta el último aliento estuvo haciendo de las suyas. Típico.

(Publicado en el suplemento de música Te Suena del diario La Razón, de Buenos Aires)