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31 mayo 2009
27 mayo 2009
La historieta del mundo en Buenos Aires
Hasta el domingo próximo, el vasto, multivariado, rizomático, inabarcable, maravilloso y sugestivo universo de los cuadritos, sean multicolores o monocromáticos, sigue latiendo en los tres escenarios en los que se desarrolla en Buenos Aires el encuentro denominado "Viñetas sueltas". Se trata de la segunda edición del Festival Internacional de Historietas, que se realiza en tres escenarios: el Centro Cultural Recoleta, la Alianza Francesa y el Malba (Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires).
Años y años le demandó a la historieta en todas sus variantes conseguir un sitio de privilegio en el mundo del arte con mayúsculas. Incluso ya en pleno imperio del tiempo de la imagen, el género era despreciado por las elites y los académicos, que la consideraban un mero entretenimiento de las clases populares. Todavía no habían llegado las reivindicaciones teóricas de un Umberto Eco y creadores como Oesterheld y Breccia eran mirados de soslayo por el establishment del arte.
Pero esas épocas ya pasaron, las historias en cuadritos -a los empujones, a fuerza de calidad -se pusieron en la mira de los estudiosos, que comenzaron a encontrarle virtudes que el pueblo ya conocía desde siempre. Ahora, Buenos Aires se ha convertido desde el pasado lunes en un escenario más que privilegiado. En esta oportunidad, el eje es el abordaje de la historieta desde distintos ángulos. Y hay -en esto nuestra ciudad tiene historia- múltiples actividades, muestras de autores nacionales (una con cien originales de quienes colaboraron con Carlos Trillo) y de historietistas de varias ciudades del mundo.
Entre los creadores extranjeros se cuentan Etienne Davodeau (Francia), Ibn Al Rabin y Alex Baladi (Suiza), Andrea Bruno y Paolo Parisi (Italia), Xavier Löwenthal (Bélgica), Mauro Entrialgo (España), Leif Tande (Canadá), Fabio Zimbres y André Kitagawa (Brasil), John Joven y Trucha Frita (Colombia), Rodolfo Santullo, Matías Bergara e Ignacio Calero (Uruguay), Frank Arbelo (Bolivia). Con estas y muchas otras firmas, además de películas, talleres, intervenciones públicas, clínicas de guión, y todo lo que se te ocurra que tenga que ver con las historietas, los amantes del género están viviendo una semana de lujo que, en lo que hace a las grandes actividades, recién empieza.
Entre los creadores extranjeros se cuentan Etienne Davodeau (Francia), Ibn Al Rabin y Alex Baladi (Suiza), Andrea Bruno y Paolo Parisi (Italia), Xavier Löwenthal (Bélgica), Mauro Entrialgo (España), Leif Tande (Canadá), Fabio Zimbres y André Kitagawa (Brasil), John Joven y Trucha Frita (Colombia), Rodolfo Santullo, Matías Bergara e Ignacio Calero (Uruguay), Frank Arbelo (Bolivia). Con estas y muchas otras firmas, además de películas, talleres, intervenciones públicas, clínicas de guión, y todo lo que se te ocurra que tenga que ver con las historietas, los amantes del género están viviendo una semana de lujo que, en lo que hace a las grandes actividades, recién empieza.
25 mayo 2009
Oración por Marilyn Monroe
Señor
recibe a esta muchacha conocida en toda la Tierra con el nombre de Marilyn Monroe,
aunque ése no era su verdadero nombre
(pero Tú conoces su verdadero nombre, el de la huerfanita violada a los 9 años
y la empleadita de tienda que a los 16 se había querido matar)
y que ahora se presenta ante Ti sin ningún maquillaje
sin su Agente de Prensa
sin fotógrafos y sin firmar autógrafos
sola como un astronauta frente a la noche espacial.
Ella soñó cuando niña que estaba desnuda en una iglesia (según cuenta el Times)
ante una multitud postrada, con las cabezas en el suelo
y tenía que caminar en puntillas para no pisar las cabezas.
Tú conoces nuestros sueños mejor que los psiquiatras.
Iglesia, casa, cueva, son la seguridad del seno materno
pero también algo más que eso...
Las cabezas son los admiradores, es claro
(la masa de cabezas en la oscuridad bajo el chorro de luz).
Pero el templo no son los estudios de la 20th Century-Fox.
El templo —de mármol y oro— es el templo de su cuerpo
en el que está el hijo del Hombre con un látigo en la mano
expulsando a los mercaderes de la 20th Century-Fox
que hicieron de tu casa de oración una cueva de ladrones.
Señor
en este mundo contaminado de pecados y radioactividad,
Tú no culparás tan sólo a una empleadita de tienda
que como toda empleadita de tienda soñó con ser estrella de cine.
Y su sueño fue realidad (pero como la realidad del tecnicolor).
Ella no hizo sino actuar según el script que le dimos,
el de nuestras propias vidas, y era un script absurdo.
Perdónala, Señor, y perdónanos a nosotros
por nuestra 20th Century
por esa colosal super-producción en la que todos hemos trabajado.
Ella tenía hambre de amor y le ofrecimos tranquilizantes.
Para la tristeza de no ser santos se le recomendó el psicoanálisis.
Recuerda Señor su creciente pavor a la cámara
y el odio al maquillaje insistiendo en maquillarse en cada escena
y cómo se fue haciendo mayor el horror
y mayor su impuntualidad a los estudios.
Como toda empleadita de tienda
soñó ser estrella de cine.
Y su vida fue irreal como un sueño que un psiquiatra interpreta y archiva.
Sus romances fueron un beso con los ojos cerrados
que cuando se abren los ojos
se descubre que fue bajo reflectores
¡y apagan los reflectores!
Y desmontan las dos paredes del aposento (era un set cinematográfico)
mientras el director se aleja con su libreta
porque la escena ya fue tomada.
O como un viaje en yate, un beso en Singapur, un baile en Río
la recepción en la mansión del Duque y la Duquesa de Windsor
vistos en la salita del apartamento miserable.
La película terminó sin el beso final.
La hallaron muerta en su cama con la mano en el teléfono.
Y los detectives no supieron a quién iba a llamar.
Fue como alguien que ha marcado el número de la única voz amiga
y oye tan solo la voz de un disco que le dice: WRONG NUMBER
O como alguien que herido por los gangsters
alarga la mano a un teléfono desconectado.
Señor:
quienquiera que haya sido el que ella iba a llamar
y no llamó (y tal vez no era nadie
o era Alguien cuyo número no está en el directorio de los Ángeles)
¡contesta Tú el teléfono!
Ernesto Cardenal
(Poema escrito poco después del suicidio de Marilyn Monroe, ocurrido en la noche del 4 al 5 de agosto de 1962. Vale aclarar que
la versión sobre su asesinato aún no ha sido descartada)
En el Día de la Patria, la palabra de Mariano Moreno
"El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes, el honor de éstos interesa al que todos conozcan la exaltación con que miran aquellas reservas y misterios inventados por el poder para cubrir sus delitos. El pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren bien, debe aspirar a que nunca puedan obrar mal"
Mariano Moreno
(en el primer número de "La Gazeta de Buenos Ayres", el 7 de junio de 1810)
(en el primer número de "La Gazeta de Buenos Ayres", el 7 de junio de 1810)
"La gloriosa instalación del gobierno provisorio de Buenos Aires ha producido tan feliz revolución en las ideas, que agitados los ánimos de un entusiasmo capaz de las mayores empresas, aspiran a una constitución juiciosa y duradera que restituya al pueblo sus derechos, poniéndolos al abrigo de nuevas usurpaciones. Los efectos de esta favorable disposición serían muy pasajeros, si los sublimes principios del derecho público continuasen misteriosamente reservados a diez o doce literatos, que sin riesgo de su vida no han podido hacerlos salir de sus estudios privados (...) En vano sus intenciones serán rectas, en vano harán grandes esfuerzos por el bien público, en vano provocarán congresos, promoverán arreglos y atacarán las reliquias del despotismo; si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada uno no conoce lo que vale, lo que puede y lo que sabe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos sin destruir jamás la tiranía"
Mariano Moreno
(Escrito a días de la Revolución de Mayo de 1810, en el prólogo a "El Contrato Social", de Jean-Jacques Rousseau)
24 mayo 2009
Hugh Van Es y la caida de Saigón
La noticia ya tiene una semana y por diversos motivos tardé en subirla. Se trata de la muerte, ocurrida en Hong Kong, donde vivía desde 35 años atrás, de Hugh Van Es. Es, ya lo saben, el fotoperiodista holandés que cubrió la guerra de Vietnam y fotografió la más famosa imagen de la caída de Saigón en 1975: un grupo de gente subiendo por una escalera hasta el techo donde había aterrizado un helicóptero de la CIA. Aunque trabajó para varias cadenas de noticias, las fotos más famosas suyas las hizo en Vietnam, de 1969 a 1972, para The Associated Press (precisamente a la AP pertenecen tres de las fotos de esta entrada).
También fue fotógrafo de United Press International los últimos tres años de la guerra, de 1972 a 1975. Un dato a tener en cuenta: Van Es se pasó gran parte de sus últimos treinta años diciendo que el lugar de dónde el helicóptero estaba evacuando a la gente no era la embajada de los Estados Unidos, como siempre se manifestó erróneamente, sino un edificio donde vivían funcionarios de la CIA y sus familiares. El fotógrafo capturó la imagen desde el balcón de la oficina de la UPI, a varias cuadras, con una lente de 300.
Hugh Van Es, con soldados estadounidenses en Quan Loi en 1975.
23 mayo 2009
22 mayo 2009
Aprendé a cerrar la Boca, junior
El futbol da revanchas. Por eso, hay que aprender a cerrar la Boca, junior. Vergüenza nacional, ahora les tocó perder en su cancha, esa Bombonera para entretener a los turistas y en la que entra tan poca gente que alli tocan los grupos musicales en decadencia que tienen miedo de no llenar el Monumental de River. Fin de ese cuentito para giles, ese de la "mística copera", eliminados en octavos de la Copa Libertadores con el modestísimo Defensor Sporting (0-1 cuando les bastaba un empate para pasar a la siguiente ronda). Qué lástima Boca, ¿qué decías hace apenas unas semanas en las redes sociales?
21 mayo 2009
Destinitos fatales
"Un empleado público se monta a las 2 del día en su bus de todos los días, paga, registra, y para su satisfacción queda un puesto por allá , se dirige al asiento vacío sin ver a nadie conocido, pero para qué conocidos a esta hora y con este calor, así que el empleado público en lo único que piensa es en el almuerzo que su mamá le tiene cuando llegue a casa en la siestesita de 5 minutos, en el sueñito que sueñe, y por pensar en eso ni se ha dado cuenta que este bus en el que se ha montado no para cada 4 cuadras ni para en ninguna parte, y cuando cae en la cuenta el hombrecito lo que hace es apretar las manos que le sudan pero nada más ,o tal vez voltear a mirar a los pasajeros, todos hombres, una mujer en la última banca vestida de negro, todos de piel oscura y por que ser que todos están así de flacos y por que a todos se les ve el hambre en la cara, por que, sobre todo el chofer cuando voltea la cara y lo mira a él. Y da la señal. Entonces el bus para y todos se le van encima, y cuando al hombrecito le arrancan el primer pedazo de mejilla piensa en lo que dirán sus compañeros de oficina cuando salga mañana en el periódico. Pero mañana no va a salir nada en el periódico"
Andrés Caicedo
(Fragmento II del cuento "Destinitos fatales")
19 mayo 2009
A la muerte de Cortázar, escribió Borges
Muy poco sé de las letras contemporáneas. Creo que podemos conocer el pasado, siquiera de un modo simbólico, y que podemos imaginar el futuro, según el temor o la fe; en el presente hay demasiadas cosas para que nos sea dado descifrarlas. El porvenir sabrá lo que hoy no sabemos y cursará las páginas que merecen ser releídas. Schopenhauer aconsejaba que, para no exponernos al azar; sólo leyéramos los libros que ya hubieran cumplido cien años. No siempre he sido fiel a ese cauteloso dictamen; he leído con singular agrado "Las armas secretas" de Julio Cortázar y sus cuentos, como aquel que publiqué en la década del cuarenta, me han parecido magníficos. "Cartas de mamá", el primero del volumen, me ha impresionado hondamente.
Una historia fantástica, según Wells, debe admitir un solo hecho fantástico para que la imaginación del lector la acepte fácilmente. Esta prudencia corresponde al escéptico siglo diecinueve, no al tiempo que soñó las cosmogonías o el Libro de las Mil y Una Noches. En "Cartas de Mamá" lo trivial, lo necesariamente trivial, está en el título, en el proceder de los personajes y en la mención continua de marcas de cigarrillos o de estaciones del subterráneo. El prodigio requiere esos pormenores.
Otro rasgo quiero indicar. Lo sobrenatural, en este admirable relato, no se declara, se insinúa, lo cual le da más fuerza, como en el "Izur" de Lugones. Queda la posibilidad de que todo sea una alucinación de la culpa. Alguien que parecía inofensivo vuelve atrozmente.
Julio Cortázar ha sido condenado, o aprobado, por sus opiniones políticas. Fuera de la ética, entiendo que las opiniones de un hombre suelen ser superficiales y efímeras"
Jorge Luis Borges
(escrito en 1984, a días de la muerte de Julio Cortázar)
Ilustración: Caricatura del encuentro entre Borges, Cortázar y Kodama frente a "El perro semihundido" de Francisco de Goya en el Museo del Prado, por Juan Lázaro Rearte.
18 mayo 2009
Mario Benedetti (1920-2009)
"Ah las primicias/cómo envejecieron
cómo el azar se convirtió en castigo
cómo el futuro se vació de humildes
cómo los premios cosecharon premios
cómo desamoraron los amores
cómo la hazaña terminó en sospecha
y los oráculos enmudecieron
todo se hunde en la niebla del olvido
pero cuando la niebla se despeja
el olvido está lleno de memoria"
Mario Benedetti
("Ah las primicias")
16 mayo 2009
Un año en la vida de San Martín
Por Humberto Acciarressi
Aunque hay quienes citan antecedentes algo perdidos, puede situarse el inicio de la novela histórica con Walter Scott, que impregnó todo el romanticismo del siglo XIX. James F. Cooper, Alejandro Dumas, Víctor Hugo, Alessandro Manzoni, Gustave Flaubert, León Tolstoi. La lista es infinita. Desde la lucha contra el indio en Estados Unidos hasta los "Episodios nacionales" de Pérez Galdós, los escritores no tenían más que levantar la vista de sus escritorios para encontrar material literario, o algunos, como hizo Victor Hugo para escribir el final de "Los miserables", trasladarse al propio escenario, en su caso el de la batalla de Waterloo.
Ya entrado el siglo XX, la corriente no se detuvo. Resulta imposible hacer nombres, ya que en esto no hay fronteras ni generaciones que valgan, desde Ramón Sender y Arturo Barea, hasta los autores del boom. Después llegaron imitaciones de las imitaciones, y la irrupción de libros cortados con el mismo cuchillo. En la Argentina reciente, con honrosas excepciones (Andrés Rivera, Tomás Eloy Martínez y algún otro), muchos abordaron el género aceptando las reglas del mercado y dando una escritura monocorde.
Ahora acaba de aparecer, escrito por Rodolfo Terragno, "Diario íntimo de San Martín", con una bajada que aclara: "Londres 1824. Una misión secreta" (curiosamente, recién sale en Inglaterra una nueva biografía del Libertador, debida a la pluma de John Lynch, de quien los argentinos ya conocíamos su "Juan Manuel de Rosas" y que casualmente, hace muchos años, fue tutor académico de Terragno en Inglaterra). En cuanto al "Diario...", es extraño en el buen sentido, especialmente para quien conoce algo de la vida del prócer. Aunque Terragno aclara que no es una novela, tampoco es historia en el sentido del academicismo historiográfico, y sí puede leerse como una ficción.
Aunque hay quienes citan antecedentes algo perdidos, puede situarse el inicio de la novela histórica con Walter Scott, que impregnó todo el romanticismo del siglo XIX. James F. Cooper, Alejandro Dumas, Víctor Hugo, Alessandro Manzoni, Gustave Flaubert, León Tolstoi. La lista es infinita. Desde la lucha contra el indio en Estados Unidos hasta los "Episodios nacionales" de Pérez Galdós, los escritores no tenían más que levantar la vista de sus escritorios para encontrar material literario, o algunos, como hizo Victor Hugo para escribir el final de "Los miserables", trasladarse al propio escenario, en su caso el de la batalla de Waterloo.
Ya entrado el siglo XX, la corriente no se detuvo. Resulta imposible hacer nombres, ya que en esto no hay fronteras ni generaciones que valgan, desde Ramón Sender y Arturo Barea, hasta los autores del boom. Después llegaron imitaciones de las imitaciones, y la irrupción de libros cortados con el mismo cuchillo. En la Argentina reciente, con honrosas excepciones (Andrés Rivera, Tomás Eloy Martínez y algún otro), muchos abordaron el género aceptando las reglas del mercado y dando una escritura monocorde.
Ahora acaba de aparecer, escrito por Rodolfo Terragno, "Diario íntimo de San Martín", con una bajada que aclara: "Londres 1824. Una misión secreta" (curiosamente, recién sale en Inglaterra una nueva biografía del Libertador, debida a la pluma de John Lynch, de quien los argentinos ya conocíamos su "Juan Manuel de Rosas" y que casualmente, hace muchos años, fue tutor académico de Terragno en Inglaterra). En cuanto al "Diario...", es extraño en el buen sentido, especialmente para quien conoce algo de la vida del prócer. Aunque Terragno aclara que no es una novela, tampoco es historia en el sentido del academicismo historiográfico, y sí puede leerse como una ficción.
El libro está redactado en forma de diario personal (por momentos en tercera persona) y en tiempo presente, pero el material que se ofrece -hasta en el más ínfimo detalle, ya que el autor se ha dedicado al tema durante casi tres décadas- es de documentos oficiales y privados, desconocidos y muy poco frecuentados, pero inobjetables.
De esta forma, el autor llena un presunto vacío en la vida de San Martín, que en ese año de 1824 -contrariamente a lo que se creía - tuvo tanta actividad como cuando hacía la guerra por la independencia. Otro dato no menor que aporta a la originalidad del libro: hay un sitio web que se incluye en el prólogo, para que los lectores, sean historiadores o no, manifiesten sus dudas o sus añadidos. De una forma u otra, Terragno logró hacer de un tema áspero, una historia agradable de leer, y sin padecer la molestia de sentir que a uno le están pasando gato por liebre, como suele ocurrir con ciertas obras de cuyo nombre uno no quiere ni debería acordarse. Con esto sólo bastaría, pero por suerte hay mucho más.
(Publicado en la sección Cultura de La Razón, de Buenos Aires)
15 mayo 2009
No es un bobo, está creando
Por Humberto Acciarressi
La expresión más nula que la de un plumífero, la mirada tan perdida como la de Homero Simpson en una clase de astrofísica, un hilo de baba que se desliza morosamente por su barbilla. Esta sentado en el banco de una plaza, ajeno al clima y a los transeúntes. Siempre en Babia, en las nubes de Ubeda, es el típico personaje inmortalizado por escritores como Arlt y poetas como Discépolo. Ningún vínculo con el soñador por el que pedía Lennon. Y si llegara a decir -cosa improbable- la frase "Tengo un sueño", nadie la asociaría a Luther King y hasta le entenderían "Tengo sueño". Las viejas de barrio sentenciarían: un bobo sin remedio.
Pero qué tamaño error. Ese indigente de reacciones, incapaz de concentrarse, es el típico sujeto que "sueña despierto". ¿Un vago?, ¿un cómodo sin remedio? Jamás. Se trata de una persona que está, casi, en el límite con el genio. Eso es lo que sostiene el área de Neurociencia de la Universidad de British Columbia. Para decirlo con mayor claridad: soñar despierto (poéticamente se señala "cuando el cerebro vaga sin rumbo") es la mejor manera de resolver problemas complejos. Mucho mejor que la concentración intensa.
Dicho esto, habrá que cambiar el paradigma y volver a aquella idea del poeta alemán Hölderlin, cuando ya había caido en la locura más absoluta: "El hombre es un Dios cuando sueña, y un pobre mendigo cuando piensa". Y si ves a alguien con la mirada perdida y babeándose en la calle, no lo molestes. Está creando.
(Publicado en "La columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)
La expresión más nula que la de un plumífero, la mirada tan perdida como la de Homero Simpson en una clase de astrofísica, un hilo de baba que se desliza morosamente por su barbilla. Esta sentado en el banco de una plaza, ajeno al clima y a los transeúntes. Siempre en Babia, en las nubes de Ubeda, es el típico personaje inmortalizado por escritores como Arlt y poetas como Discépolo. Ningún vínculo con el soñador por el que pedía Lennon. Y si llegara a decir -cosa improbable- la frase "Tengo un sueño", nadie la asociaría a Luther King y hasta le entenderían "Tengo sueño". Las viejas de barrio sentenciarían: un bobo sin remedio.
Pero qué tamaño error. Ese indigente de reacciones, incapaz de concentrarse, es el típico sujeto que "sueña despierto". ¿Un vago?, ¿un cómodo sin remedio? Jamás. Se trata de una persona que está, casi, en el límite con el genio. Eso es lo que sostiene el área de Neurociencia de la Universidad de British Columbia. Para decirlo con mayor claridad: soñar despierto (poéticamente se señala "cuando el cerebro vaga sin rumbo") es la mejor manera de resolver problemas complejos. Mucho mejor que la concentración intensa.
Dicho esto, habrá que cambiar el paradigma y volver a aquella idea del poeta alemán Hölderlin, cuando ya había caido en la locura más absoluta: "El hombre es un Dios cuando sueña, y un pobre mendigo cuando piensa". Y si ves a alguien con la mirada perdida y babeándose en la calle, no lo molestes. Está creando.
(Publicado en "La columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)
13 mayo 2009
Chicas, ¿cuál es la raíz cuadrada de 69?
Por Humberto Acciarressi
Vamos al grano: las mujeres más inteligentes tienen mejor sexo. Está bien, más inteligentes "emocionalmente", pero eso no es muy claro y las explicaciones de los investigadores del King's College de Londres -los autores del hallazgo cientìfico- dejan bastante que desear. De manera que a los efectos de esta columna, nos quedamos con que las mujeres inteligentes tienen más y mejores orgasmos. Lo que no es poco, pero plantea algunos interrogantes. O por lo menos ciertos dilemas. Una experimentada fiestera de cuerpo escultural, que cree que el cerebro es un hueso de la pierna, ¿es una nena de pecho al lado de, digamos, Simone de Beauvoir? Parece que sí.
¿Estamos, acaso, ante el fin del reinado de las bobitas de buena fama en la cama, o se trata de una campaña de las chicas de Mensa para conseguir novio? El podio sexual, de acuerdo con los investigadores, es para las ñoñas, las nerds, las tragas. Dicen en el estudio que ellas "son capaces de hacerse cargo de sus propias emociones y de las de los demás", y de allí el éxito. Pero, ¿quién quiere geishas cerebrales cuando estamos hablando de sexo?
La investigación, que se realizó con dos mil gemelas (haber encontrado tal número de gemelas ya es un prodigio de estos científicos), revela que un tercio de las mujeres no llega al clímax. Claro, además de bobas, anorgásmicas. Demasiado para estas criaturitas de Dios. Tal vez todavía estemos a tiempo para levantarles el ánimo. Si les parece, se puede empezar con el test.
(Publicado en "La columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)
Vamos al grano: las mujeres más inteligentes tienen mejor sexo. Está bien, más inteligentes "emocionalmente", pero eso no es muy claro y las explicaciones de los investigadores del King's College de Londres -los autores del hallazgo cientìfico- dejan bastante que desear. De manera que a los efectos de esta columna, nos quedamos con que las mujeres inteligentes tienen más y mejores orgasmos. Lo que no es poco, pero plantea algunos interrogantes. O por lo menos ciertos dilemas. Una experimentada fiestera de cuerpo escultural, que cree que el cerebro es un hueso de la pierna, ¿es una nena de pecho al lado de, digamos, Simone de Beauvoir? Parece que sí.
¿Estamos, acaso, ante el fin del reinado de las bobitas de buena fama en la cama, o se trata de una campaña de las chicas de Mensa para conseguir novio? El podio sexual, de acuerdo con los investigadores, es para las ñoñas, las nerds, las tragas. Dicen en el estudio que ellas "son capaces de hacerse cargo de sus propias emociones y de las de los demás", y de allí el éxito. Pero, ¿quién quiere geishas cerebrales cuando estamos hablando de sexo?
La investigación, que se realizó con dos mil gemelas (haber encontrado tal número de gemelas ya es un prodigio de estos científicos), revela que un tercio de las mujeres no llega al clímax. Claro, además de bobas, anorgásmicas. Demasiado para estas criaturitas de Dios. Tal vez todavía estemos a tiempo para levantarles el ánimo. Si les parece, se puede empezar con el test.
(Publicado en "La columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)
10 mayo 2009
09 mayo 2009
Y dicen que la gente no quiere trabajar
Por Humberto Acciarressi
Se presentaron miles y miles, se preseleccionaron 50, quedaron 16 privilegiados y finalmente el podio fue para el elegido. Y no nos referimos a Matrix ni a Neo. El afortunado fue un inglés, un tal Ben Southall, un sujeto con cara de nada que se dedica (dedicaba) a juntar plata para obras de caridad, que traducido al argentino significa un manguero que te toca el timbre y te enrosca la víbora invocando la inminente extinción de los caracoles de una playa que no figura en los mapas.
Con esto hay que deducir que tiene labia. Y mucha suerte: acaba de obtener el "mejor empleo del mundo". Southall -a partir de ahora nuestro amigo Ben- se quedó con los 110 mil dólares de sueldo por vivir en la paradisíaca isla de Hamilton (Australia) durante seis meses. Pero no vayas a creer que se la llevará de arriba. Nadie te regala nada. Por ese dinero, el querido Ben tiene que nadar, bucear, gozar del clima tropical, hacer entrevistas a los naturales del lugar y subirlas a un blog, disfrutar de una casa junto al mar, pasear en un carrito de golf eléctrico y sentarse en un spa a tomar jugo de piña.
Esto -hay que decirlo con todas las letras- es la explotación del hombre por el hombre. Por defender a gente como nuestro amigo Ben, murieron los mártires de Chicago. No es casual que de lugares donde la pasan bomba, como el Africa, no se presentara ningún postulante. Nadie deja una esclavitud asegurada por ir a un lugar donde te puede comer un tiburón. Por eso, Ben, estamos con vos. Y si hay que viajar, de onda nomás, pues viajamos.
(Publicado en "La columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)
07 mayo 2009
Crónica inútil muy personal sobre la Feria del Libro
Después de treinta años de escribir sobre la Feria del Libro para casi todos los medios nacionales de la Argentina (y de editar durante cuatro o cinco el Diario Oficial de la exposición, que este año no salió por razones que no me interesa conocer) creo que ya no hay nada que pueda decirse. O en todo caso, nada que otro no lo haya dicho mejor. Frente a esto, no cabe otra alternativa que remitirse a cuestiones estrictamente personales que, en definitva, configuran una crónica inútil que no es otra cosa que lo que nos pide Paula para este blog "ferial".
De manera que no voy a trata de ser original, ni voy a abrumarlos con todo lo que ya se ha escrito (sin resultado alguno) sobre los precios de un café, una coca o un pedazo de torta que cotizan en la Bolsa de Valores. Hace años que con amigos escritores, editores y libreros, conocidos y empleados de la muestra, sabemos que si uno no quiere sentirse estafado por los concesionarios de los puestos de comida, hay que llevar siempre a mano un paquete de galletitas y, de ser posible, un termo con café con leche o una gaseosa. No puedo decir que vi como Rutger Hauer en la escena final de Blade Runner, "naves de ataque ardiendo más alla de Orión" ni "rayos C brillando cerca de la Puertas de Tannhauser", pero en tantos años sí vi muchas cosas y viví otras tantas.
Tiro algunas, inéditas o editadas oportunamente. Por ejemplo aquella charla con Ray Bradbury, en una cabina que parecía de cartón en el viejo Centro Municipal de Exposiciones, cuando no pude sacarle los ojos de encima mientras se bajaba dos botellas de vino tinto en un santiamén (de mis tiempos de fetichista, aún guardo una de esas botellas). O el día en que mi hijo mayor, Ariel, con dos años y mucha fiebre, no tuvo mejor idea que salpicar con un vómito sideral a uno de mis dos entrevistados de ese momento: Pablo Milanés (el otro era Silvio Rodríguez). O las lágrimas de Adolfo Bioy Casares mientras me contaba cosas de su amigo Borges muerto poco tiempo antes, y la risa del serio y circunspecto Juan Rulfo cuando hicimos un alto en una charla porque los dos nos estábamos meando, lo que no interrumpió el diálogo mientras estaba cada uno de nosotros frente a su mingitorio. O la pila de sándwiches de miga que se devoró –inexplicablemente sin reventar– Giorgio Bassani, mientras me contaba que no le había gustado la adaptación cinematográfica de El jardín de los Finzi Contini.
En todos estos años, entrevisté (entusiasmos y desilusiones mediante) desde Autran Dourado o Nélida Piñón, hasta Coelho (con quien tuve una discusión terrible), Jorge Edwards o José Donoso. Con Doc Comparato y Carlos Monsivais hicimos muy buenas migas; con Mario Benedetti tuvimos un cruce, casi nos agarramos a las piñas y terminamos charlando amablemente café mediante. Con James Kirkwood comimos en el viejo restaurante del Centro Municipal y recién cuando nos despedimos me di cuenta que ninguno había pagado, lo que al día de hoy considero un tiro para la justicia. Y Saramago, Vargas Llosa, Paul Auster, Perez Reverte, Borges, Olga Orozco, el querido Negro Fontanarrosa, Soriano, etc., etc., etc.
Y naturalmente muchos escritores argentinos, siempre a la sombra de los que llegaban de afuera (eso sigue siendo así), aunque en muchos casos eran inmensamente superiores. Pero con varios de ellos tuve y sigo teniendo amistades, desde los tiempos en que yo editaba un pasquín con el horrible nombre de El espectador de la cultura, en el que –entre otros– escribía un por entonces compañero corrector en épocas de Timerman, que siempre me traía una valija con una pila infinita de papeles tipeados con la Olivetti Lexicon para que le pegara una leída (aquel corrector era Alberto Laiseca y el libro era Los Sorias). Y entre mis papeles, aún tengo una libreta con las pestes que hablaban de la Feria muchos que después, con los años, se ofendían (y aún se ofenden) si no los llevaban a firmar ejemplares.
Como los amigos lectores de Crónicas inútiles se darán cuenta, esto no es una crónica en el sentido más estricto. Pero me perdona saber que nada demasiado estricto va con mi personalidad. En cualquier caso, para que la querida amiga Paula no se sienta defraudada, puede ser tomada como una crónica no del espacio ferial y de sus actuales habitués, sino de su tiempo. Que como todos sabemos es relativo. Una especie de Marienbad o isla de Morel. O simplemente que cuando me senté a escribir una crónica me dejé llevar por la nostalgia.
De manera que no voy a trata de ser original, ni voy a abrumarlos con todo lo que ya se ha escrito (sin resultado alguno) sobre los precios de un café, una coca o un pedazo de torta que cotizan en la Bolsa de Valores. Hace años que con amigos escritores, editores y libreros, conocidos y empleados de la muestra, sabemos que si uno no quiere sentirse estafado por los concesionarios de los puestos de comida, hay que llevar siempre a mano un paquete de galletitas y, de ser posible, un termo con café con leche o una gaseosa. No puedo decir que vi como Rutger Hauer en la escena final de Blade Runner, "naves de ataque ardiendo más alla de Orión" ni "rayos C brillando cerca de la Puertas de Tannhauser", pero en tantos años sí vi muchas cosas y viví otras tantas.
Tiro algunas, inéditas o editadas oportunamente. Por ejemplo aquella charla con Ray Bradbury, en una cabina que parecía de cartón en el viejo Centro Municipal de Exposiciones, cuando no pude sacarle los ojos de encima mientras se bajaba dos botellas de vino tinto en un santiamén (de mis tiempos de fetichista, aún guardo una de esas botellas). O el día en que mi hijo mayor, Ariel, con dos años y mucha fiebre, no tuvo mejor idea que salpicar con un vómito sideral a uno de mis dos entrevistados de ese momento: Pablo Milanés (el otro era Silvio Rodríguez). O las lágrimas de Adolfo Bioy Casares mientras me contaba cosas de su amigo Borges muerto poco tiempo antes, y la risa del serio y circunspecto Juan Rulfo cuando hicimos un alto en una charla porque los dos nos estábamos meando, lo que no interrumpió el diálogo mientras estaba cada uno de nosotros frente a su mingitorio. O la pila de sándwiches de miga que se devoró –inexplicablemente sin reventar– Giorgio Bassani, mientras me contaba que no le había gustado la adaptación cinematográfica de El jardín de los Finzi Contini.
En todos estos años, entrevisté (entusiasmos y desilusiones mediante) desde Autran Dourado o Nélida Piñón, hasta Coelho (con quien tuve una discusión terrible), Jorge Edwards o José Donoso. Con Doc Comparato y Carlos Monsivais hicimos muy buenas migas; con Mario Benedetti tuvimos un cruce, casi nos agarramos a las piñas y terminamos charlando amablemente café mediante. Con James Kirkwood comimos en el viejo restaurante del Centro Municipal y recién cuando nos despedimos me di cuenta que ninguno había pagado, lo que al día de hoy considero un tiro para la justicia. Y Saramago, Vargas Llosa, Paul Auster, Perez Reverte, Borges, Olga Orozco, el querido Negro Fontanarrosa, Soriano, etc., etc., etc.
Y naturalmente muchos escritores argentinos, siempre a la sombra de los que llegaban de afuera (eso sigue siendo así), aunque en muchos casos eran inmensamente superiores. Pero con varios de ellos tuve y sigo teniendo amistades, desde los tiempos en que yo editaba un pasquín con el horrible nombre de El espectador de la cultura, en el que –entre otros– escribía un por entonces compañero corrector en épocas de Timerman, que siempre me traía una valija con una pila infinita de papeles tipeados con la Olivetti Lexicon para que le pegara una leída (aquel corrector era Alberto Laiseca y el libro era Los Sorias). Y entre mis papeles, aún tengo una libreta con las pestes que hablaban de la Feria muchos que después, con los años, se ofendían (y aún se ofenden) si no los llevaban a firmar ejemplares.
Como los amigos lectores de Crónicas inútiles se darán cuenta, esto no es una crónica en el sentido más estricto. Pero me perdona saber que nada demasiado estricto va con mi personalidad. En cualquier caso, para que la querida amiga Paula no se sienta defraudada, puede ser tomada como una crónica no del espacio ferial y de sus actuales habitués, sino de su tiempo. Que como todos sabemos es relativo. Una especie de Marienbad o isla de Morel. O simplemente que cuando me senté a escribir una crónica me dejé llevar por la nostalgia.
(Artículo publicado en "Crónicas inútiles", el conocido blog de Paula Pampin dedicado a las sucesivas Ferias del Libro de Buenos Aires)
Mark Zuckerberg y un "perfil" sombrío
Por Humberto Acciarressi
La biografía de Mark Zuckerberg se resumía, hasta hace poco, en dos ejes: la creación de Facebook y ser el millonario más joven del mundo con sus 24 años. Pero eso se parece mucho a un perfil de los millones de usuarios que ya tiene la red: escaso y mentiroso. Porque Mark tiene un costado oculto que da pie a un libro titulado "Multimillonarios accidentales, la fundación de Facebook, un cuento de sexo, dinero, genio y traición".
El autor de esa obra es nada menos que Ben Mezrich, que en otro escrito había denunciado a varios estudiantes del MIT adictos a las martingalas en los casinos y que inspiró la película "21 Blackjack". Ahora dice de Zuckerberg cosas que en el barrio se dirimen a las piñas: inepto, ladrón y sexomaníaco. Pero no lo acusa de ser un chorrito de poca monta. Dice que le escamoteó la idea de Facebook a compañeros de Harvard, varios de los cuales le han iniciado querellas.
En 1941, Orson Welles dirigió y protagonizó "Citizen Kane" inspirado en el magnate de las comunicaciones William Randolph Hearst, que por esa razón le hizo la vida imposible. ¿Que eso es lo peor que podría pasarle a Mark? Pues bien, el guionista Aaron Sorkin, el productor Scott Rubin y el director Thomas Schlamme están en eso. Y Zuckerberg ha comenzado a "hablar" con quienes entrevistan los cineastas. Por eso y otras cosas, la Rolling Stones, en artículo de Claire Hoffman, ya lo llama gánster cibernético y freak con ínfulas. No sabemos en Facebook, pero en la vida real, el perfil de Zuckerberg mete miedo.
(Publicado en "La columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)
06 mayo 2009
05 mayo 2009
Escribir es una maldición que salva
"(...) Dije una vez que escribir es una maldición. No me acuerdo exactamente por qué lo dije, y con sinceridad. Hoy repito: es una maldición, pero una maldición que salva. No me estoy refiriendo a escribir para los diarios. Sino a escribir aquello que eventualmente se puede transformar en un cuento o en una novela. Es una maldición porque obliga y arrastra como un vicio penoso del cual es casi imposible librarse, pues nada lo sustituye. Y es una salvación.
Salva el alma presa, salva a la persona que se siente inútil, salva el día que se vive y que nunca se entiende a menos que se escriba. Escribir es buscar entender, es buscar reproducir lo irreproducible, y sentir hasta las últimas consecuencias el sentimiento que permanecería apenas vago y sofocante. Escribir es también bendecir una vida que no fue bendecida. Qué pena que sólo sé escribir cuando la "cosa" viene espontáneamente. Así quedo a merced del tiempo. Y, entre un escribir verdadero y otro, pueden pasar años. Me acuerdo ahora con saudade del dolor de escribir libros"
Clarice Lispector
04 mayo 2009
Imaginación al poder, el graffiti a la cárcel
"La imaginación al poder", "Bajo los adoquines está el campo", "La guerra es un negocio, invierta a su hijo", etc, son algunas de los graffitis que se popularizaron en la década del 60 del siglo XX, en tiempos del Mayo francés, la Primavera de Praga o del Flower Power norteamericano. La técnica se remonta a los tiempos de la Pompeya que inundó la lava del Vesubio, recorrió un largo y sinuoso camino, y finalmente recaló en las bases de la cultura del hip hop.
En la Argentina, desde la tiza y el carbón de las resistencias políticas, pasando por el aerosol a secas hasta llegar a las técnicas más refinadas del arte callejero, el graffiti forma parte de nuestra cultura popular. Ya sea en la puerta o la pared de un baño público, en los muros de una construcción, o en los vagones de los trenes. Gracias a eso pueden verse y leerse desde grasadas dignas de bestias rudimentarias, hasta maravillas del color y el contenido (muchas de ellas ya han llegado al mundo de los blogs y, en el caso de artistas como Banksy, hasta los museos). Pero el graffiti se trata de un canal de expresión sin más limitación que las ganas del ejecutante.
Ahora, acá en la Argentina, un fallo de la Cámara del Crimen revocó el sobreseimiento de seis jóvenes acusados de pintar con aerosol una pared. La causa debe volver a primera instancia y, en caso de condena, los graffiteros pueden recibir entre 15 días y un año de cárcel. Y allí, naturalmente, encontrarán las paredes de las celdas llenas de graffitis.
(Publicado en "La columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)
02 mayo 2009
Britney Spears, Twitter y los que abandonan
"Muchos usuarios del sitio Twitter abandonan rápidamente su uso, de acuerdo a datos que ponen en duda el éxito a largo plazo de la última sensación en las redes de contactos sociales de internet, empleada por celebridades como Oprah Winfrey y Britney Spears", señala un cable de Reuters, que olvida mencionarme a mí. Pero bueno, ya estoy acostumbrado.
Ahora resulta que los datos de la firma Nielsen Online, que mide el tráfico en internet, indican que más del 60% de los usuarios de Twitter lo abandonaron un mes después de unirse a él. "Durante la mayor parte de los últimos 12 meses, antes de que Oprah comenzara a usarlo, Twitter había languidecido con menos de un 30% de retención", dijo uno de los popes de la consultora.
Twitter, con base en San Francisco, no revela la cantidad de sus usuarios, pero de acuerdo a Nielsen Online, la red tuvo más de 7 millones de visitantes individuales en febrero de este año, comparado con 475.000 usuarios en febrero del 2008. Sin embargo, una tasa de retención del 40% limitará el crecimiento del sitio a un límite del 10% en el largo plazo. Lo que parece que es falso (y esto debe ser importante para sus fans) es que Britney Spears haya dejado el sitio. Por lo menos, hace un par de días estaba. Y ahora que terminé de dar esta información señalo: ¿a quién que no tenga el coeficiente intelectual de un hamster puede importarle que la Spears esté o no en Twitter?
01 mayo 2009
El alerta por la gripe llegó al Museo del Louvre
Ante los primeros casos de gripe porcina llegados a Francia, los restauradores del Museo del Louvre, para curarse en salud, tomaron una medida que el mundo del arte puede considerar acertada. No sea cosa que doña Gioconda, tan viejita ella, se pesque la influenza y nos quedemos sin conocer el verdadero secreto del código Da Vinci.