17 noviembre 2015

Sally Bowles siempre será Liza y su cabaret el de Bob Fosse


Por Humberto Acciarressi

No muchos lo saben, pero en 1939 el inglés Christopher Isherwood publicó un libro titulado "Adiós a Berlín", que un año después de finalizada la guerra reeditó como "Los relatos de Berlín". Una de las características fundamentales de aquella obra fue que en ella se contaban los pormenores del surgimiento del nazismo. Conocedor de aquellas narraciones, en 1951 John van Druten las adaptó para la obra de teatro "Soy una cámara", Henry Cornelius dirigió la película del mismo nombre en 1955, Joe Masteroff hizo un musical que tituló "Cabaret" en 1966, y finalmente Bob Fosse, uno de los directores y coreógrafos más influyentes del siglo XX, estrenó en 1972 la película homónima con Liza Minelli en el papel de Sally Bowles, Michael York como Brian Roberts y Joel Grey en uno de los maestros de ceremonia mejor logrados de la historia del cine.

Bob Fosse pasó a la historia de la pantalla grande con apenas cuatro películas, en lo que es un caso bastante inusual: "Sweet Charity", "Cabaret", "Lenny" y "All That Jazz". Y casi no hay director, entre los modernos, que no le deba algo, hasta en los pequeños detalles. Por ejemplo, la estupenda, inigualable escena final de "Cabaret", cuando Liza se va caminando, dando la espalda a la cámara, y levanta la mano derecha y mueve los dedos como despedida, en un pasaje cumbre del cine. Precisamente el personaje de Sally Bowles está inspirado en la escritora, cantante de cabarets y militante comunista Jean Ross, que se transformó en materia literaria gracias a que compartió una pieza de hotel con el autor Christopher Isherwood.

En la actualidad casi nadie recuerda al escritor inglés y mucho menos a quien lo inspiró para su personaje principal. Incluso más, la musa de los relatos -que había nacido en Inglaterra, criado en Egipto y vivido en Berlín- vivió muchos años, llegó a ver la película y nunca quiso hablar de la imaginaria Sally Bowles. Incluso si alguna vez lo hizo, fue bastante cruel. Tampoco se recuerda a los primeros adaptadores de la obra de Isherwood, un hombre que padeció mucho debido a su homosexualidad y que lamentablemente nunca pasó de ser un escritor del montón. En la vereda opuesta, y para siempre, Sally Bowles será Liza Minelli parándose debajo de un puente a gritar mientras por arriba pasa un tren, o bailando en los cabarets de cuando el huevo de la serpiente se incubaba en la Berlín que transcurrió desde 1933 al inicio de la guerra, en 1939. El arte, como se ve, puede ser arbitrario.

(Esta columna fue publicada en el diario La Razón y también podés leerla acá)