01 agosto 2014

Dos artistas y el duende de tu son, che bandoneón


Por Humberto Acciarressi

Lisette
Antes que nada digamos que no son las primeras, tampoco las únicas, ni mucho menos serán las últimas. De hecho, desde que Paquita Bernardo, "la flor de Villa Crespo", en el primer cuarto del siglo XX se convirtió en la primera bandoneonista profesional argentina, muchas damas del "gotán" se vieron seducidas por el instrumento que -en el imaginario colectivo- suele estar asociado a los hombres, con Aníbal Troilo y Astor Piazzolla a la cabeza. Si podemos señalar que, entre las últimas que cantan y ejecutan el bandoneón, están en la primera línea (aunque reconociendo lo odioso de esta afirmación). Veamos.

Susana Ratcliff
Hace unos días, en el Festival de Tango de La Falda, Lisette presentó su CD "Cantar es vivir", en el que ejecuta tangos clásicos de diferentes épocas y estilos. Su voz y su fuelle son adictivos, y puede vaticinarse que tienen un gran camino por delante. No importa si encara temas como "El último café", "Cuando tu no estás" o "Nada", y los pone en el mismo tracklist junto a "Anclao en Paris", "Libertango" o "La vie en rose" (de Edith Piaf). Lisette sale airosa con el canto, con la ejecución del bandoneón (además toca piano y violín), y con la selección y grabación de los temas.

Casi paralelamente, Susana Ratcliff editó "En nosotros", que presentará oficialmente el 7 de agosto en "Hasta Trilce" (Maza 177) a las 21. Se trata de otra cantante, compositora y bandoneonista que se las trae. Con temas suyos mezcla otros de Silvio Rodriguez, Jorge Drexler, Miguel Martínez y demás. En esta placa continúa la estética abordada en el disco anterior, "Atravesando el mar". A diferencia de Lisette, Ratcliff hace un recorrido latinoamericano en sus canciones. Y lo hace con un entusiasmo digo de reconocer, ya que no es fácil pasar de un ritmo a otro, de un color a otro, con destreza. Este bandoneón femenino lo logra con mucha pericia. En síntesis, estas dos artistas merecen largamente ser tenidas en cuenta por el gran público. Escuchar sus músicas hace bien en tiempos de tan feas estéticas.

(Esta columna fue publicada en el diario La Razón y también podés leerla acá)