13 mayo 2014

El paulista Ferréz, de la periferia al corazón


Por Humberto Acciarressi

El paulista Reginaldo Ferreira da Silva, a quien en el mundo de la literatura latinoamericana se conoce como Ferréz, es uno de esos escritores que -por originalidad y abordaje de las cuestiones que lo preocupan- se distingue de sus contemporáneos. Esto no es necesariamente un juicio de valor, sino de actitud, algo que en los tiempos que corren ayuda mucho. Incluso para poner la atención en artistas de gran valía, como es su caso. Ferréz, que vive en el extremo sur de San Pablo, en uno de esos sitios en los que la marginalidad y el delito están a la orden del día, es uno de esos autores que pueden -como pedía Tolstoi- pintar su aldea para pintar el mundo hasta en sus mínimos detalles.

Escritor de una periferia arbitraria de la literatura brasilera, ahonda en la vida que transcurre en los barrios bajos, en las favelas, utiliza las técnicas del hip hop, los lenguajes de los suburbios y del hampa (sea la de la delincuencia como la policial). Refiriéndose a ese movimiento -que entre otros integra Paulo Lins, autor de la novela en tres historias "Ciudad de Dios"- el propio Ferréz señala que ellos, a diario, resignifican esa denominación, "la perisferia", a través de la cultura. Antes ya había publicado "Fortaleza da Desilusão", "Capão Pecado", "Ninguém é inocente em São Paulo", entre otras obras de distintos géneros (incluso la pieza para chicos "Amanecer Esmeralda", cuya protagonista es una nena negra que habita en una favela). Acá en la Argentina, en la completísima y siempre en crecimiento colección "Vereda Brasil" de la editorial Corregidor, se había editado la novela de culto "Manual práctico del odio". Ahora, el escritor vino a la Feria del Libro a presentar "Dios se fue a almorzar", obra en la que -por primera vez- realiza un abordaje de la clase media, con problemas más existenciales que sociales, que tiene todo para causar muy buena impresión entre los lectores argentinos.

Ferréz señala: "Soy un escritor militante, un joven que se crió en la favela Capao Redondo. A los seis años vi cómo un hombre acuchillaba a una mujer, y tenía 11 cuando vi mi primer muerto y sabía que no tenía que ser así; la literatura fue mi válvula de escape". Además rememora que mientras escribía su "Manual...", salía con una garota que vio cómo asesinaban a su padre y a su hermana frente a ella, y en el transcurso de la escritura ocho amigos suyos que vivían en favelas murieron como consecuencia de la violencia. El escritor es multifacético. Entre otras cosas creó el proyecto educacional Interferencia, donde 65 chicos reciben atención de todo tipo. Hay, además, algo para estacar de este autor paulista y universal: su amor por los libros. "Yo no quería terminar como mis amigos, lo cual era muy difícil. Y allí estuvieron mis lecturas". Hay que aclarar algo: Ferréz es adictivo. Cuando se empieza uno de sus libros, no se para hasta terminarlo. Están todos avisados.

(Esta columna fue publicada en el diario La Razón y también podés leerla acá)