02 marzo 2014

La misteriosa Canción del culo del Infierno


El cuadro fue pintado entre 1500 y 1505 para la casa nobiliaria Nassau, fue confiscado durante la guerra de Flandes y luego fue adquirido por Felipe II, gran admirador de El Bosco, gracias a lo cual la obra estuvo durante siglos en el Monasterio de El Escorial. Desde 1939 se encuentra en el Museo del Prado, y sobre él se han publicado muchas interpretaciones. De una forma u otra, sobre este tríptico que durante siglos no tuvo nombre, se han posado millones de miradas. Una de ellas fue la de la estudiante de informática y música de la Universidad Cristiana de Oklahoma, Estados Unidos, Amelia Hamrick.

La joven se detuvo en el tercer panel, el conocido como el Infierno Musical, y llevó la vista a la escena en la que un condenado aplastado por un laúd, lleva grabada en sus nalgas una partitura hasta ahora desconocida. Ella la llamó Canción del culo del Infierno. Como si fuera una broma y no un misterio, la chica adaptó la melodía a una notación moderna utilizando la escala del Do, que era característica en los cánticos gregorianos. Luego la interpretó en piano y decidió colgarla en su blog. A partir de entonces se ha extendido por la redes sociales como una epidemia.

La estudiante ha señalado: "La partitura sí se ha visto antes y se ha escrito un par de veces sobre ella, pero sólo en un contexto de análisis del arte. Nadie se había molestado en transcribirla simplemente porque se suponía que la canción era falsa". Asimismo agrega que "hay muchos detalles desconcertantes en la pintura. Es muy interesante ver que los instrumentos están en el panel del Infierno, mientras que en la parte del Paraíso no hay ninguno".

Hace un par de años -señala en su portal la BBC- un grupo de expertos de la Colección Bate de Instrumentos Musicales, de la Universidad de Oxford, reconstruyo algunos de los instrumentos del cuadro -según los detalles pincelados por El Bosco- con la idea de reproducir la música de la época. El resultado fue calificado de "cacofonía insufrible". "El sonido que sale de estos instrumentos resulta insoportable para el oído humano", declaró en un comunicado Andy Lamb, director de la colección.