21 febrero 2014

Tutankamón, una momia mediática


Por Humberto Acciarressi

En estos días se cumplió un nuevo aniversario de la apertura del sarcófago que, en el Valle de los Reyes de Egipto, contenía los restos del faraón más famoso de la historia moderna, Tutankamón. Fue, y es considerado aún en la actualidad, el suceso más trascendente de la egiptología, aunque por razones que nada tienen que ver con la importancia que el finado tuvo en vida. La historia del descubridor, el arqueólogo Howard Carter, de su patrocinador, Lord Carnavon, y de las presuntas maldiciones de la momia, alimentaron la literatura y el cine desde noviembre de 1922, cuando fue encontrado el mausoleo en Luxor, y febrero de 1923, cuando fue abierto el ataúd de oro y sacados los restos embalsamados del rey.

Después de siglos transcurridos y generaciones de saqueadores de tumbas haciendo de las suyas, era la primera vez que se hallaba una cámara mortuoria en el mismo estado en el que estaba cuando Tutankamón pasó a mejor vida en el año 1327 antes de Cristo. Fue precisamente esto lo que le dio fama internacional al descubrimiento y que hizo que la máscara de oro del faraón se convirtiera en la más popular de todos los tiempos. Reyes egipcios con más notoriedad y legado, saqueadas sus tumbas por los ladrones, eran apenas conocidos por los especialistas. Y si Tutankamón se encontró intacto se debió, fundamentalmente, a que fue tan intrascendente en vida, que hasta su tumba pasó inadvertida para los saqueadores.

Muerto entre los 17 y los 19 años, con un reinado efímero que comenzó a los 8 o 9, casi no existían vestigios de su nombre. Apenas una mención a la segunda potencia, o en rigor una leyenda en arenisca en la que se lee "hijo corporal del rey, su amado Tutankamón", aunque sin aclarar quién es el monarca..Académicamente se lo cree nacido de la misteriosa Kiya (una de las pocas mujeres del antiguo Egipto que son mencionadas en los jeroglíficos). Otros dicen que ésta fue su abuela. Varios nombres se postulan para la paternidad. Lo cierto es que de él se sabe muy poco, salvo lo que canta su ADN. Por ejemplo, que padecía dolores de huesos y por eso fue enterrado con 103 bastones y un sinnúmero de medicinas. Y a pesar de todo esto, este faraón ultrafamoso, del que se habló más que de ninguno y que llegó al cine, en vida fue casi un Don Nadie. Como los modernos y televisivos mediáticos. Todos hablan de ellos y no hicieron nada, salvo poner la cara. Y en el caso de Tutankamón, la máscara.

(Esta columna fue publicada en el diario La Razón y también podés leerla acá)