09 octubre 2013

Gyula Kosice en el Pompidou


Por Humberto Acciarressi

En realidad se llama Fernando Fallik, aunque todo el mundo lo conoce como Gyula Kosice, nombre de la aldea de la actual Eslovaquia en la que nació en 1924, tres años antes de venirse a la Argentina con sus padres, de origen húngaro. Extraña conjunción de nacionalidades que alguien deberá rastrear para encontrar las razones teóricas y prácticas de su arte, sea como cofundador del movimiento Madí (fue autor de su manifiesto y del nombre), sea como uno de los precursores del arte cinético y lumínico (la utilización del gas neón en sus obras data de 1946).

Con apenas veinte años, ya naturalizado argentino, Kosice alcanzó la fama al organizar las primeras muestras de arte Concreto-Invención, en las casas de Enrique Pichón-Riviere y de Grete Stern, respectivamente. No mucho más tarde propuso "La ciudad hidroespacial" y utilizó el agua por primera vez en el mundo en el plano artístico. Es imposible siquiera mencionar una décima parte de sus obras a través del tiempo y sus muestras en los museos más importantes del mundo.

Ahora, a partir del 21 de octubre, en el Centro Cultural Pompidou, una sala permanente que alberga una de las mejores colecciones de arte moderno y contemporáneo, estará dedicada a obras de Kosice realizadas en las décadas del 40 y del 50 del siglo pasado. El francés Alfred Pacquement, director del Pompidou, ya había adelantado hace unos meses esta exposición, en ocasión de su visita a la Argentina. La muestra cuenta con la curaduría de Camille Morineau y es una manera que tiene el artista de regresar a la ciudad en la que expuso, en 1948, en el Salon des Realites Nouvelles, y donde se le otorgó el título de Caballero de las Artes y de las Letras.

Kosice, amigo de las utopías (ha realizado esculturas monumentales urbanas en numerosas ciudades de los cinco continentes, recorridos hidroespaciales e hidromurales), que en sus 89 años se codeó con personalidades de la talla de Sartre, Bradbury, Eco, Borges y muchos más, dice que siempre fue "un hombre de vanguardia". "Tanto es asi -agrega- que hice obra con los tubos de gas de neón y en Norteamérica lo hicieron veinte años después con muchísimo éxito. Cuando hago algo tiene que ser absolutamente inédito, que se parezca absolutamente a nada". Dentro de unos días, el Pompidou dará testimonio de esta vida consagrada al arte.


(Esta columna fue publicada en el diario La Razón, de Buenos Aires)