29 mayo 2013

En Venezuela falta hasta el vino de misa


Por Humberto Acciarressi

La escasez en Venezuela comenzó mucho antes de la falta más bizarra: la del papel higiénico. Tal vez inspirado en el Comandante Pajarito, el gobierno -en esa oportunidad y al mejor estilo kirchnerista- salió a decir que eso se debía a que, ahora, la gente come más que antes y, por carácter transitivo, necesita más papel higiénico. No se puede negar la imaginación tropical, no exenta de una cuota considerable de demencia.

Ahora, mientras en las góndolas falta de todo y crece el descontento con el co-gobierno de Maduro y el Pajarito, peligra la realización de una ceremonia muy cara a todos los venezolanos: la misa. Ya las autoridades de la iglesia local han advertido que casi no les queda vino para la celebración. Hay que aclarar que por ahora el faltante afecta al catolicismo, pero cuando la escasez de la espirituosa bebida llegue a las mesas, el país estará "maduro" para un flor de despelote.

El presidente de la comisión de medios de comunicación social de la Conferencia Episcopal Venezolana, monseñor Roberto Lucker, está deseperado. Y la gente se pregunta qué es lo próximo que va a faltar, mientras mira con melancolía las alacenas, ya que las arvejas y las galletas duras tienen una vida efímera. Si la cosa sigue asi, cualquier forma de comida venezolana corre el peligro de ser descatalogada y, lentamente, convertida en una leyenda urbana.

Hasta el momento, la ausencia de papel higiénico es lo más bizarro, y el vino de mesa no le va a la saga. Pero hay otra falta que es dramática para los fieles venezolanos, que son casi todos. Por la falta de harina, las monjas no pueden preparar las hostias, con lo cual -a menos que cambien de ritual- los curas deberán ofrecer la celebración de la eucaristía con agua de río y cortezas de árbol.

La falta de dólares, los controles férreos sobre la economía, los topes en las negociaciones de los sueldos, una inflación que a fin de año puede ubicarse en el 32%, y el convencimiento de que están haciendo las cosas bien, no augura cosas muy buenas para el futuro inmediato de la economía venezolana. Lo del vino de misa y las hostias es apenas una anécdota. Como las andanzas del Comandante Pajarito.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)