17 abril 2013

Leonardo Fariña: cuestión de Estado y farándula

MARINA CALABRO NO SE ASUSTO CON LOS GRITOS DE FARIÑA
Por Humberto Acciarressi

El domingo pasado, con la denuncia de Jorge Lanata en el retorno de su programa Periodismo para Todos, los argentinos nos topamos con uno de los escándalos más notorios de los últimos tiempos. Y eso ya es mucho decir en la Argentina en la que vivimos. La revelación que en las redes sociales se conoció como La Ruta del Dinero K, no es otra cosa que el lavado de dinero de empresarios que operan en las cercanías del poder kirchnerista y fueron -y aún son- amigos de los Kirchner. En cualquier país que se precie de cierta seriedad, se trata de una de esas cuestiones de Estado que no pueden obviarse.

La cosa vino tan pesada para los implicados -entre ellos el no hace mucho modesto estudiante, luego devenido multimillonario farandulero Leo Fariña, esposo de Karina Jelinek-, que el universo mediático kirchnerista tardó más de 24 horas en recibir órdenes. Ni siquiera el programa oficialista "678", que suele aparecer a las horas más insólitas cuando hay partidos, estuvo en el aire.

La sorpresa de ayer fue la participación de Leonardo Fariña, durante toda la duración del programa "Intrusos", en dónde también estuvo de invitada Marina Calabró, hermana de Iliana, esposa de otro de los señalados en el informe, Fabián Rossi. La participación masiva de los usuarios de redes sociales y los móviles de los periodistas en los domicilios de las dos parejas más mediáticas de este escándalo que llega hasta el núcleo del poder, buscó una cosa que no logró: farandulizar el tema.

Las reacciones casi masivas de la gente -incluso cargando a los twitteros K que aparecieron no bien terminó "Intrusos"- no hicieron más que demostrar hacia donde se inclina la balanza en cuanto a credibilidad. De Fariña -que admitió su relación con Lázaro Báez y que conoció a Kirchner- se dijo de todo y mal. Hasta su propia esposa optó por tomarse un respiro de él. Para colmo, Lanata anunció más munición gruesa para el domingo. La soberbia de Fariña tiene patas cortas. Sus pedidos de disculpas a Báez y a Cristina Kirchner, reiterados en el programa, muestran que es lo que niega ser: un fusible.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)