14 marzo 2013

Para glorificarlo, embalsaman a Solitario George


Por Humberto Acciarressi

No tuvo los funerales que otros tienen. Para ser quien era, a su velorio fueron muy pocos. Nadie sabía a ciencia cierta donde estaba, hasta que se supo que se encontraba depositado en una cámara de frío para preservar el cuerpo inerte. Le hicieron una meticulosa autopsia para encontrar los verdaderos motivos de su muerte. Y cuando fue anunciado su fallecimiento, sus tropicales pagos entristecieron en silencio, sin bombos ni platillos, palabras altisonantes, ni especulaciones a futuro. Ahora, como a Tutankamón, a los reyes incas, y a Lenín o Mao, han decidido embalsamarlo.

El 24 de junio de 2012, el tortugo gigante Solitario George, emblema animal, fue encontrado muerto por el mismo guardaparque que lo cuidó durante su vida en cautiverio en el Parque Nacional Galápagos, en Ecuador. Fausto Llerena fue uno de los primeros en llorarlo. Como con él se extinguió su especie, los veterinarios trataron de hacerlo tener hijos, cosa que ignoro cómo se hace una vez que el animal está muerto. Y parece que ellos también, ya que no lo lograron.

Pero como esta criaturita de Dios era un ser adorado, durante todos estos meses los especialistas estudiaron la forma en que su partida no resulte tan dolorosa para quienes lo sobrevivieron. Solitario George había vivido 40 años en cautiverio y tenía como 100. Un hueco así no se cubre con cualquier tierra. De esa forma, después de mucho meditar, a alguien se le ocurrió una idea: embalsamarlo, forma milenaria para que alguien -ser humano o animal- esté sin estar. Los que amaban a Solitario George ahora podrán ir un poco más allá: glorificarlo.

La tarea no resultará fácil. El cuerpo del tortugo gigante será enviado a los Estados Unidos en una caja de madera cubierta con fibra de vidrio y material aislante. Puede aguantar dos días sin que comience a pudrirse, ya que tendrán que sacarlo del frío en el que está inmerso en la actualidad. Hay tristeza. Aún resuenan las palabras de su cuidador: "Es una pérdida grande para todo el mundo". Amén.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)