06 marzo 2013

Batman, nuevo socio de la policía británica


Por Humberto Acciarressi

Lejos de llorar la muerte de su quinto Robin (ya se mandó al "jonca" a ese número de escuderos, como escribimos en esta misma columna hace unos días), Batman se cobró unas merecidas vacaciones. Se las tomó de Ciudad Gótica y puso proa hacia Inglaterra. Es de sospechar que su baticasa quedó al cuidado de Alfred y el tiempo no le dio para estar en el velorio multitudinario de su amigo (hijo, sobrino, amante, ¿vaya a saber uno que los unía?).

Pero Bruce Wayne, o Batman, no puede con su genio. Sus vacaciones son más laboriosas que las de un esclavo. Resulta que estaba en el norte de Gran Bretaña, cuando se enteró que un malandrín estaba haciendo de las suyas, más precisamente estafando. Y los superhéroes parece que no tienen tiempo ni pa´ echarse una siesta. Salió del hotel, saludó al conserje y se metió en algún lado para cambiarse la ropa. Tampoco es cuestión de presentarse en sociedad vestido como un croto. Después de todo estamos hablando de Batman y no del Conde de Montecristo.

Las noticias que nos llegan desde Inglaterra no especifican los detalles. Y bueno sería, tratándose de un tipo que hace del anonimato uno de sus fuertes. Pero el asunto es que en una comisaría del norte inglés, para asombro de los oficiales, Batman entró en el recinto con un hombre con las manos atadas. "Agarré al sospechoso para ustedes", dijo en tono sombrío antes de desaparecer, al mejor estilo del Hombre Murciélago, en la oscuridad de la noche. El periódico Daily Mail deja constancia de este suceso.

Por suerte, en la actualidad, contamos con tecnología suficiente. Gracias a ella, una cámara de la comisaría grabó unas imágenes, en las que se ve a Batman -un poco más bajo que el de las películas y bastante más panzón-, esperando al lado del mostrador de entrada a que la policía fiche al sospechoso. Lo llamativo es que el delincuente era buscado por fraude y manipulación de objetos robados. Batman se fue sin dejar su nombre. Pobre tonto: como si no lo supiéramos.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)