06 septiembre 2012

La catarsis de la Cadena Nacional cansó a todos


Por Humberto Acciarressi

En los últimos tres años la utilizó 51 veces y en lo que va del 2012 se puso en el aire en 17 oportunidades e insumió 15 horas 11 minutos y 38 segundos. Algo nunca visto en la Argentina, ni en sus peores momentos. Casi ninguna de las cadenas nacionales de Cristina tiene siquiera un párrafo que denote problemas "graves, excepcionales o de trascendencia institucional". Para nada. Son largas tiradas de catársis personales (las menciones a "El" ya causan gracia, son objeto de burlas en las redes sociales, y en lugar de "cadenas nacionales" parecen "cadenas de oración"), de autobombo (más que "bombo" parecen todos los instrumentos de la orquesta del Negro Rada), de agravios a opositores, e inventos de un pasado ilusorio.

Que hable durante la mañana, la tarde o la tardenoche casi no molesta a nadie, ya que cambian de canal o se van al cable. La gente aprovecha las cadenas como el entretiempo de un partido: cocina, va al baño, compra una cerveza o charla. Pero ahora, la presidente se metió durante más de una hora en el prime time y dejó afuera a los programas más seguidos por el público, entre ellos el de Capusotto, el único con alta audiencia de la emisora oficial.

Las cargadas en las redes sociales (al margen de cacerolazos aislados) llegaron a límites épicos. Por respeto a la investidura presidencial no pongo ni los más livianos. Pero es evidente que a Cristina la asesora Drácula. Puso mal de la cabeza a sus fieles, a quienes les interesaba un bledo lo que iba a ser un mensaje a los empresarios en el Día de la Industria y terminó como un autoelogio, coronado con el spot de "Generadora de Industria Argentina", abreviado para que se lea "Genia".

Esto, políticamente, no es gratis: el rating de la TV abierta cayó más de 20 puntos que se fueron al cable. Y además, claro, generó malestar en las propias filas K y entre los opositores. En el arco de los famosos, uno de los más escuetos y contundentes fue Ricardo Darín: "Le tomó el gustito al micrófono". Sin palabras. Lo malo es que no es cantante ni conductora, sino la presidente de la Nación.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)