08 febrero 2012

Los Reyes de Arantxa Sánchez no son los padres

Por Humberto Acciarressi

La española Arantxa Sánchez Vicario, nacida en 1971, marcó una época en el tenis de la península. Ganadora de varios grand slams, aún poseedora de varios récords, y a quienes los argentinos recordamos como una de las máximas rivales de Gabriela Sabattini. A varios años de su retiro formal presentó su libro de memorias titulado "¡Vamos! Memorias de una lucha, una vida, una mujer". Lo interesante es que la obra es la respuesta a una anterior, "Forja de campeones", de Emilio Sánchez y Marisa Vicario, los progenitores de Arantxa.

No es novedad que la ex tenista se lleva mal con sus padres ni que tuvo serios problemas con el fisco, que entendió que ella cometió defraudación en el período 1989-1993. Lo realmente impactante es que esta leyenda del tenis internacional dice, y enfatiza en el libro, que su mamá y su papá la dejaron "sin nada" y que esa es la razón por la cual no se habla con la familia.

De acuerdo a sus palabras, luego de confiarle la administración de su dinero (unos 45 millones según las cifras más bajas) a su padre, ahora se encuentra en la ruina. "No tengo recursos. Soy la víctima y la engañada", resume. Arantxa agrega que sus hermanos (también ex tenistas) tienen mucho más que ella, habiendo ganado mucho menos.

Pero también hay otras cosas. Las memorias hablan de una chica que robaba una camioneta para escaparse de una concentración; a quien sus padres la obligan a irse a dormir durante la fiesta de su cumpleaños; una campeona agobiada por la sombra de la madre; una joven que llega a dudar si realmente vale para algo y que por eso busca ayuda psicológica para recuperar su autoestima. En definitiva, una mujer feliz de retirarse en 2002, o según sus palabras: "Por recuperar mi libertad personal".

La historia de padres que se enriquecen con el talento de sus hijos, a quienes humillan en la intimidad, no es nuevo. La notoriedad de Arantxa le da otra dimensión. Pero no le quita ni un ápice de dolor a su tragedia, la que no se veía cuando jugaba.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)