06 enero 2012

Un museo de restos de comida


Por Humberto Acciarressi

Hay, desde siglos atrás, museos de todo tipo. Majestuosos o sencillos, con obras de arte y fragmentos de ciudades antiguas, hasta con piezas de la vida (y muerte) cotidiana o muñecos de cera que representan a celebridades. Pero -por lo menos en lo que me atañe- nunca supe de nada más asqueroso que el museo que creó una pareja de Cornualles, en Inglatrerra, con sobras de alimentos dejados por gente famosa.

El museo, que funciona en un conocido bar, comenzó con las sobras de un sandwich dejado por el legendario fotógrafo de modas David Bailey. La pareja, para resguardar (¿?) las migas, las metieron en una especie de dedal de vidrio. Fue el comienzo del delirante proyecto. El director de cine Michael Winner, que puede ver en el museo los restos de una tarta de limón que dejó hace más de cinco años (junto a otras sobras del príncipe Carlos, los músicos Steve Swindells y Peter Doherty, Sir Jonathon Band, entre otros), anduvo recorriendo el lugar y le pareció "realmente maravilloso".

Si te estás preguntando cómo se mantienen los restos de alimentos, la respuesta es: "de ninguna forma". Está casi todo podrido, para ser generosos. Y sin embargo miles de personas van al lugar para ver la basura que dejaron en sus platos distintas celebridades. Esta inmundicia tiene sus antecedentes, aunque vía internet. Por ejemplo, una rebanada de pan tostado mordisqueada por la estrella pop Justin Timberlake, con un tenedor de plástico, se vendió en Estados Unidos. También han sido comprados por esta vía un chicle escupido por Britney Spears, una banana a medio comer por la presentadora de TV Kate Garraway y hasta una botella de cerveza que Kurt Cobain dejó a medio terminar. Frente a esto, hasta parece normal que alguien haya comprado un molar de John Lennon y la dentadura postiza de Winston Churchill. La gran pregunta es ¿cuánto durará un museo de estas características? Los hijos de los dueños ya anunciaron que se van de casa y no continuarán con el hobbie de los padres. Hay gente muy loca.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)