12 octubre 2011

El raro "placer" de tirar enanos a la pared


Por Humberto Acciarressi

Siempre que se habla de esos seres pequeñitos que andan por la vida mirando el mundo desde abajo, se me vienen a la memoria dos extraordinarias películas: "Los enanos también comenzaron pequeños", de Werner Herzog, y "El tambor" de Volker Schlöndorff. Hay otras, pero estas son recurrentes. Libros hay muchos y ahora hasta tenemos a la enana Noelia Pompa en Bailando por un sueño. Es decir, sin necesidad de ir al circo, los enanos son más de los que uno imagina. Y por eso es escandaloso y bizarro un proyecto de ley de un legislador de Florida, Estados Unidos. Veamos.

El congresista republicano Ritch Workman quiere restablecer en los centros nocturnos una práctica que en la región era muy popular (luego de ser importada de Australia) hasta que fue prohibida en 1989: lanzar enanos contra las paredes. Lo ocurrente es el motivo que esgrime este demente protegido por los fueros: garantizar un trabajo digno para los enanos. Y agrega una frase memorable: "¿Por qué queremos impedir a las personas conseguir empleos remunerados. Yo no pagaría por verlo, pero no es incumbencia del estado si alguien quiere ser lanzado contra una pared".

Una aclaración necesaria: el trabajo del que hablamos consiste en que una persona alza a un enano con casco y lo tira contra un paredón. Ni al Marqués de Sade se le hubiera ocurrido un acto tan poco noble y tan bestial. Obviamente, el congresista Workman recibió centenares de repulsas. Una de ellas del ex presidente de Personas Pequeñas de Estados Unidos, un tal Robert Van Etten, quien informó que muchos enanos resultaban heridos en esas prácticas y no pocos de los que se presentaban eran alcohólicos con la estima baja.

El lector no se puede imaginar cómo me estoy riendo en este momento. No pensando en la escena del enano arrrojado a la pared, sino al parlamentario redactando su proyecto de ley. Ese tipo necesita urgente terapia psicológica de apoyo y medicación para mantenerlo con algún grado de salud mental.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)