20 septiembre 2011

Ser chico en Inglaterra es un castigo


Por Humberto Acciarressi

La infelicidad a toda prueba de los chicos de las novelas realistas de Charles Dickens; los castigos corporales que los niños siempre recibieron en la escuela desde los tiempos victorianos (el famoso "vicio inglés", bautizado por los franceses); la frecuente inclinación sadomasoquista de los ingleses debida -según expertos- a las morbosas flagelaciones recibidas desde nenes. Apenas tres muestras de una realidad que la película The Wall, basada en el disco de Pink Floyd y llevada al cine por Alan Parker, hizo conocer a escala planetaria con varias canciones y estremecedoras escenas basadas en la vida de Roger Waters.

Ahora, de acuerdo a la Unicef, Gran Bretaña sigue siendo "el país donde los niños se sienten más infelices" y "el peor lugar para ser niño", entre 21 naciones desarrolladas. Existe, sin embargo, una diferencia con el lugar nulo que tenían hasta hace unos años. Ahora se peca de sobreabundancia, lo que no los hace más felices ni mucho menos. Los chicos de Gran Bretaña viven atrapados en "un círculo de consumismo compulsivo" que obedece a varios motivos. Uno de ellos, directamente, son los padres, que los llenan de regalos caros para paliar su ausencia del hogar. Y los nenes ingleses, a diferencia de los de otras naciones, quieren cada vez más.

Los saqueos que ocurrieron en Inglaterra semanas atrás, tuvieron como protagonistas en un 55% a menores de 20 años. Y los robos fueron en tiendas de ropa de marca y artículos de electrodomésticos caros. Son los únicos niños que consultados en las encuestas, ponen las posesiones sobre la familia. En donde la TV es casi una niñera y a la BBC se la llama "la tía", las computadoras son las mejores amigas de los chicos ingleses. Y, ya se sabe, es una industria que cada vez requiere más inversiones para no quedar en la edad de Piedra. Y son pocos, muy pocos, los chicos que llegan. Casi ninguno, en términos sociales. Y la competencia entre ellos es tan grande, que son dejados de lado por aquel que tiene un poco más. Un asco de sociedad.

(Publicado en la columna "El clik del editor", de La Razón, de Buenos Aires)