10 agosto 2011

La que faltaba: la dieta digital




Por Humberto Acciarressi

Hay centenares, miles de dietas en todos los formatos, desde libros a sitios web, pasando por programas televisivos como "Cuestión de peso" y todo lo que quieras imaginarte.Especialmente, claro, para bajar los kilitos de más, tarea imposible en muchos casos. Pero ahora acaba de salir al mercado otra dieta, que nada tiene que ver con el exceso de calorías, el colesterol y los agentes Omega. Hablamos de un tratamiento contra los males que causa internet y que tiene por nombre "La Dieta digital". Y desde ya me permito vaticinar que ésta será más difícil de cumplir que las otras.

El "tratamiento", debido al periodista estadounidense Daniel Sieberg, tiene cuatro pasos. Si para no convertirte en una masa informe de carne y grasa hay que modificar desayuno, almuerzo, merienda y cena, para no ser un dependiente digital debe pivotearse sobre cuatro ejes diferentes: repensar, reiniciar, reconectar, reactivar. Hago un paréntesis para decir que empezamos mal, ya que salvo el verbo "repensar", los otros son eminentemente informáticos.

El autor -a ojo de buen cubero un vivo del año cero- manifiesta que se debe hablar de "obeso digital" cuando en una tabla se pasa de los 36 puntos. ¿Y cómo se llega a esa cifra? Algunos ejemplos: cada teléfono celular suma tres puntos, cada tableta dos, cada cuenta de e-mail otros dos. Una dieta equilibrada anda por debajo de los 24 puntos, pero no creas que es tan fácil. Porque todavía no pusiste en la balanza (nunca mejor utilizado este término) cuánto tiempo "no laboral" estás frente a una computadora.

La fase "reiniciar" es la de "desintoxicación de tecnología", que suele ser brava según cuentan. Un tiempo razonable para hacer cosas en la web, va de los 90 minutos a las tres horas, señala el autor. No te voy a aburrir con todo el contenido de un libro del que sólo leyendo un extracto, ya es más pesado que un bloque de mármol de Carrara. Pero enfaticemos que la cura llega cuando el adicto, el obeso digital, puede decir sinceramente: "No tengo miedo a estar desconectado".

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)