14 junio 2011

Un "Indignado" era rico y no lo sabía


Por Humberto Acciarressi

Durante unos días, los resposables de la lotería pública española intentaron localizar al tipo que se había ganado -él solito- 1,3 millones de euros. Tenían su teléfono, su dirección y su mail, pero éste no contestaba ninguno de los mensajes. "Todo lo que hemos hecho ha sido en vano", llegó a decir un funcionario. Se han dado casos similares y en distintos países del mundo, pero nunca con una cifra tan escandalosamente alta ¿Se habría muerto al enterarse de la noticia?, ¿el golpe fue muy duro y no lo aguantó? Cabe suponer que los responsables de la lotería ya contaban con que ese dinero quedaría en el estado. Hasta que, finalmente, el "muerto" salió de las sombras.

Resulta que el ganador del premio es uno de los jóvenes "indignados" que acampaban en el Puerta del Sol en Madrid. Alli estuvo cerca de un mes, ya que finalmente el domingo se levantó la medida. Cuando este madrileño de 34 años llegó a su casa, lo primero que hizo fue asearse, comer y descansar sobre una cama. La protesta, que ahora seguirá por otros carriles, lo había dejado con el cuerpo a la miseria. Más tarde chequeó sus mails y los llamados telefónicos en el contestador, sobre todo para saber si alguien le había ofrecido un empleo durante lo que duró el acampe.

El hombre estaba pasando un momento tan malo económicamente, que era abonado a un número en la Lotería Primitiva (así se la conoce en España) desde 2007. El juego siempre es una salida casi mágica para ilusionarse con algo de dinero extra. Sin embargo, agobiado por las deudas, hace dos meses canceló la suscripción. Justo cuatro semanas antes de sumarse a la protesta colectiva de los "indignados". El último jueves, cuando estaba en pleno acampe, se le ocurrió reactivar su participación en la lotería. Y al día siguiente se ganó 1,3 millones de euros. Recién se enteró de esto gracias a que se suspendió la acampada y llegó a la casa. Fue entonces que leyó los mails. Dice que tiene un proyecto empresarial en mente. Que me perdone, pero no le creo.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)