02 abril 2011

"Sí, quiero", le dijeron al piloto del avión


Por Humberto Acciarressi

¿Y dónde está el piloto? Shhh, no molestes, está casando a una pareja. Pero ¿no nos vamos a estrellar? Vos quedate tranquilo, que hasta el momento el automático nunca falló. Vení, sumate a la fiesta. Esto se le debe haber pasado por la cabeza a más de uno, al ver que el comandante del vuelo 2657 de Austral que unía Neuquén con Buenos Aires estaba con los pasajeros, casando (en realidad fue renovación de votos matrimoniales) a la pareja de Luciano Martínez e Ivanna Silva, a miles de kilómetros de altura y a velocidad crucero.

Resulta que el novio fue siempre un apasionado por los aviones e incluso intentó ser piloto. Un problema visual se lo impidió. Ahora trabaja en una aseguradora (entendiste bien, el tipo que saca de su asiento al comandante de un avión para que lo case, es el que después te vende un seguro de vida). La novia está embarazada de cuatro meses y el hijo se llamará Bruno. Viajaban a la primera de las presentaciones de U2 en La Plata. El piloto les dijo a los pasajeros que ellos serían testigos.

Mientras, las azafatas preparaban una torta y botellas de champagne. Y el avión se desplazaba por el aire, sin nadie en la cabina, con festichola a full. Todos los condimentos para el inicio de un nuevo Lost. Los cables no especifican cuántos kilos de clonazepam pusieron en las copas o cómo se logró calmar al que sufre de ataques de pánico, que nunca falta en un vuelo. Frente a esto: ¿si la profesión frustrada hubiese sido la de buzo, habrían conseguido un submarino? Yo te digo que sí. La prueba de audacia la pareja la cruzó sin problemas. Del resto no se sabe si se mamaron para disfrutar o para no sufrir.

(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)