17 marzo 2011

Los dos asesinos de una lengua: el ayapaneco






Por Humberto Acciarressi

La liebre puede salir disparada para cualquier lado. Todas las semanas desaparecen lenguas e idiomas por muerte de sus últimos hablantes. Algunos lingüistas suelen salvar algunos resabios, pero la Unesco dice que es muy poco lo que puede hacerse. Y de golpe, como una muestra más de la riqueza bizarra del mundo, nos enteramos que el ayapaneco, una de las 364 variantes lingüísticas mexicanas, está condenada a muerte ¿Ya nadie la habla? Sí. Dos ancianos en todo el planeta. Ah, que macana, viven muy lejos el uno del otro. No, son vecinos en la localidad de Ayapan y con sólo grabar varias charlas entre ellos el idioma se salvaría ¿Entonces no hay problema? Sí. El mayor de los problemas.

Los dos tipos, por cuestiones personales que sólo ellos conocen, no se hablan entre sí desde hace décadas. Manuel Segovia, de 75 años (en la foto de arriba), e Isidro Velázquez, de 69, son estos dos energúmenos gracias a quienes el mundo perderá un tesoro cultural. Más aún, Segovia sentenció: "Cuando muramos los dos se acabó, la lengua morirá". Y lo dice como quien pide un kilo de pan en la panadería del barrio. Vos dirás que es egoismo, pero a mí me intriga conocer el origen del problema. ¿Se trató de un problema de mujeres?, ¿uno le prestó dinero al otro y éste no lo devolvió?, ¿se mamaron juntos y se dijeron cosas sin retorno? La leyenda dice que alguna vez fueron amigos, pero ahora se odian con un entusiasmo digno de mejores causas. Y esa bronca se llevará puesto a un idioma.

(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)