10 diciembre 2010

Corredores urbanos, el reino del vale todo


Por Humberto Acciarressi

La cosa parecía sencilla. Quinientos corredores urbanos -así los llaman- tenían que transitar cincuenta kilómetros y someterse a un gran esfuerzo físico, pero fundamentalmente intelectual. Una especie de búsqueda del tesoro, con metas intermedias e instrucciones, utilización de tecnología, y dos categorías: amateur y avanzada. Pero lo central es la forma en que los competidores hicieron los kilómetros: corriendo, viajando en subte o colectivo, en bicicleta, en Kayak por Puerto Madero, en canoas y otras variantes más o menos delirantes para la ciudad. Los pocos que anduvieron por Buenos Aires en el feriado de ayer, para dar un ejemplo, se sorprendieron de ver caer gente en paracaídas sobre la 9 de Julio y no faltó quien se atemorizara por una invasión de payasos comandados por Krusty.

La explicación técnica que me dieron a este tipo de competencia es que pretende ir más allá del simple mararón. Algo así como decir que "correr, corre cualquiera", pero esto es casi un divertimento en el que tenés que ser una mezcla de Usain Bolt, Sherlock Holmes y McGiver. Incluso más. Podemos imaginar un futuro en el que ya intervengan otros factores para levantarse con el premio. Por ejemplo, una lucha de supervivencia en las calles de la ciudad (especie de película Exterminio), donde todas las armas -en el sentido más estricto- estén permitidas. Aunque algo de eso ya se vive, por lo menos hacerlo un poco más organizado. Todo sea por competir.

(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)