25 agosto 2010

Autopista china: Cortázar se quedó corto

Por Humberto Acciarressi

Dicen, aunque no sé de qué forma puede probarse, que con el nacimiento de Zhang Yichi el 6 de enero de 2005, China superó los 1.300 millones de habitantes. Bebé más, bebé menos, una exageración de lesa demografía. Es decir, todo lo que pase en el país asiático no tiene nada que ver con el resto del mundo. Por ejemplo, si en cualquier ciudad del planeta un embotellamiento de tránsito se extiende por varias horas, en China ese número se alarga al infinito. Y eso es lo que ocurre mientras se escriben estas líneas. Cien kilómetros de cola de autos desde hace...¡¡¡ diez días!!! y los más optimistas auguran que puede durar semanas. Inevitable pensar en Julio Cortázar y su maravilloso relato "La autopista del sur", que se queda corto ante esta realidad.

Como era de esperar, los conductores chinos comen, hacen sus necesidades, juegan a las cartas, duermen, hacen el amor, se desenamoran, realizan las actividades más insólitas que pueden llevar a cabo miles de imbéciles que prefieren quedarse con su auto en lugar de irse caminando a sus casas. Ni imaginar el asco de ese largo trayecto de cien kilómetros, a cuya vera los habitantes de las aldeas venden sopa y otras comidas. Lo más raro es que, hasta el momento, los autos se siguen sumando a la fila. Una prueba más acerca de la inagotable estupidez humana. En cualquier momento, con el nacimiento de un chinito y la muerte de un conductor, ya estarán todos los condimentos para una película. Mala, sin duda.

(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)