04 mayo 2009

Imaginación al poder, el graffiti a la cárcel


Por Humberto Acciarressi

"La imaginación al poder", "Bajo los adoquines está el campo", "La guerra es un negocio, invierta a su hijo", etc, son algunas de los graffitis que se popularizaron en la década del 60 del siglo XX, en tiempos del Mayo francés, la Primavera de Praga o del Flower Power norteamericano. La técnica se remonta a los tiempos de la Pompeya que inundó la lava del Vesubio, recorrió un largo y sinuoso camino, y finalmente recaló en las bases de la cultura del hip hop.

En la Argentina, desde la tiza y el carbón de las resistencias políticas, pasando por el aerosol a secas hasta llegar a las técnicas más refinadas del arte callejero, el graffiti forma parte de nuestra cultura popular. Ya sea en la puerta o la pared de un baño público, en los muros de una construcción, o en los vagones de los trenes. Gracias a eso pueden verse y leerse desde grasadas dignas de bestias rudimentarias, hasta maravillas del color y el contenido (muchas de ellas ya han llegado al mundo de los blogs y, en el caso de artistas como Banksy, hasta los museos). Pero el graffiti se trata de un canal de expresión sin más limitación que las ganas del ejecutante.

Ahora, acá en la Argentina, un fallo de la Cámara del Crimen revocó el sobreseimiento de seis jóvenes acusados de pintar con aerosol una pared. La causa debe volver a primera instancia y, en caso de condena, los graffiteros pueden recibir entre 15 días y un año de cárcel. Y allí, naturalmente, encontrarán las paredes de las celdas llenas de graffitis.

(Publicado en "La columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)