26 abril 2008

El acierto de Ricardo Piglia en la apertura de la Feria del Libro


Por Humberto Acciarressi

Para empezar: lamentablemente, no es frecuente que en la Feria del Libro -ni fuera de ella- se hable demasiado de poesía, el género entre los géneros de la literatura. Por eso, que Ricardo Piglia la haya puesto en el tapete delante de los ojos de funcionarios de cultura y editores que no la publican, es algo digno de destacar. El lema de este año - "El espacio del lector", vale decir, el espacio de la construcción de la subjetividad -, fue especialmente considerado por el autor de "Respiración artificial", quien señaló que ese espacio representa "esos momentos en que se piensa, se levanta la vista y mirando el horizonte se reflexiona sobre el párrafo leído".

Pero lo más importante fue cuando Piglia consideró que frente a los tiempos acelerados que vive hoy la sociedad, "uno de los pocos espacios donde podemos establecer una temporalidad propia es la lectura y el único género que puede cambiar ese ritmo es la poesía". Y si "para Adorno, después de Auschwitz es imposible escribir poesía, no es ese el caso de la experiencia rusa y la argentina, que a pesar de haber vivido sus pequeños Auschwitz, continuaron escribiendo poesía". Esa tradición viene del Martín Fierro de José Hernández, esta posibilidad de decir lo imposible. "Ese tipo de emoción, ese pequeño movimiento del lenguaje es lo que la poesía nos ha enseñado. El poeta no habla de su propia pena y si lo hace es para hablar del penar, como decía Gelman".

"Los poetas son los únicos que consiguen hacernos tener una experiencia con el lenguaje de cambio de ritmo. Los narradores miramos a los poetas con respeto porque trabajan el lenguaje en su punto más perfecto. La lectura de la poesía es una experiencia que debemos recomendar. Los poetas tienen una indiferencia absoluta por la relación entre verdad y mayoría; los poetas construyen comunidades que parecen ser microscópicas, pero alteran las relaciones básicas con el lenguaje. Los poetas tienen una ética, el lenguaje es el objeto de su experimentación". Y además dijo -palabras más, palabras menos- que aquel que lee poesía es el lector privilegiado por excelencia, el que puede interpretar cualquier otro de los discursos que circulan por la sociedad, ya que tiene la comprensión de la complejidad del más complejo de los lenguajes.

El espacio del lector es tanto social como privado, un momento en que el lector está inmerso en otro mundo, en un instante de aislamiento. Sin embargo, Piglia subrayó que actualmente se dejó atrás al "lector en la isla desierta" para pasar a un "lector salteado", a una lectura que se fragmenta y circula. "Agradecemos que podemos acrecentar el acceso a la cultura, pero la lectura no se puede acelerar porque está ligada al lenguaje que establece la temporalidad", destacó el autor de "Ciudad ausente". Piglia retrató diversos espacios en los que se puede practicar la lectura aunque aclaró -acertadamente- que los tiempos siguen siendo los mismos que los de la época aristotélica. Afortunadamente "no hay ningún chip que haga que uno lea aceleradamente".

Ricardo Piglia dijo mucho más, desacartonadamente, con el lenguaje amable de un buen profesor, apelando a citas conocidas y personales. Hace mucho que no había una apertura con tan buen discurso y queríamos destacarlo, aunque sea en forma de crónica.

#Feria Internacional del Libro de Buenos Aires 2008