22 octubre 2006

Popeye, pobre viejo patético


Por Humberto Acciarressi

La historia de Popeye es una paradoja. Machista hasta el hartazgo, vive atado por la eternidad a los histeriqueos de la horrible Olivia. Hizo crecer de manera prodigiosa el consumo de espinaca (un 33% entre 1931 y 1936, según cifras de la industria norteamericana), y se convirtió en el hazmerreir del mundo cuando en los 80 se descubrió que la hortaliza no poseía tanto hierro como se afirmaba. Su sobrino Wimpy, que llevó la hamburguesa al cielo de la gastronomía, es un tarado sin remedio. Se pasó la vida a las trompadas con cuanto patotero se cruzaba en su camino, hasta que todos advirtieron que también él era un pendenciero. Y sin embargo, atrapado en los estrechos parámetros del arquetipo, sigue siendo uno de los héroes preferidos en el mundo del cartoon.

Elzie Crisler Segar, un dibujante nacido en Chester, Illinois, creó en 1919 la serie cómica "The timble theatre" con historias que giraban en torno de la familia Oyl y de las andanzas de los hermanos Castor y Olivia, y del novio de ésta: Ham Gravy. El 17 de enero de 1929, la flaca y su pretendiente compraron un bote, fueron al puerto a buscar tripulación y se toparon con un sujeto mal entrazado. Cuando el joven le preguntó al futuro héroe si era un marinero, Popeye contestó: "¿Qué se les ocurre que pueda ser?, ¿un cowboy?". Fue el primer bocadillo de su biografía. A partir de ese momento, the sailor tomó cada vez más atribuciones y desplazó del protagonismo de la tira a Olivia Oyl. Con su pipa de mazorca de maíz, sus enormes bíceps alimentados a espinaca, y el tatuaje del ancla, Popeye ("pop eye", ojo saltón) se convirtió en un héroe en toda la línea.

No mucho tiempo después de su aparición, 600 diarios de los cinco continentes lo mostraron en sus páginas en varios idiomas. Sin embargo, suele considerarse el nacimiento del marino el momento en que saltó del papel y la tinta al celuloide. En 1933, debido a la maestría del austríaco Max Fleisher, creador de Betty Boop, se produjo el debut de Popeye en un capítulo de las andanzas de la vampiresa.En una ladera sobre el río Mississippi se alza una estatua de 1,80 metros de altura y 500 kilos del mejor bronce que inmortaliza la figura de Popeye, muy cerca de donde nació Elzie Segar.

Tanta fue la influencia del marino en la vida cotidiana que introdujo en el vocabulario de los norteamericanos dos términos que hicieron carrera: "goon", que define a una persona casera, y "jeep", la palabra con la que desde entonces se definió al GPV (General Purpose Vehicle). Por eso, cuando en 1993 lo quisieron aggiornar para la Feria del Libro de Frankfurt, fue un escándalo. El nuevo Popeye no fumaba, había archivado su traje de marinero y vestía camisas y pantalones de marca. Olivia fue ataviada a la usanza actual y Brutus fue provisto de una colita en el pelo. El "Corriere della Sera" señaló: "Es como repintar la Capilla Sixtina: un sacrilegio".

En 1981, de la mano de Robert Altman y protagonizado por Robin Williams, Popeye volvió al cine con Shelley Duval en la imperceptible carnadura de Olivia. En lo que se refiere a la flaca, en 1992 fue "acusada" de promover el aborto. En rigor, Popeye y Olivia devolvían una muñeca llegada por correo y la escuálida decía: "Hay que devolver este bebé a su creador". King Features tuvo que pedir disculpas. Y extremistas islámicos habían acusado a Popeye como "un mal ejemplo por su romance con Olivia y sus choques con Brutus". Pobre viejo. El tiempo pasa y nadie deja de echarle en cara los flirteos de su novia con el barbudo. Tal vez por eso, cada vez que Olivia lo reclama al grito de "Popeye, Brutus me quiere raptar", a uno le entran ganas de decirle: "Che man, dejá que se la lleve de una vez por todas".

(Publicado en el Diario Oficial de la Feria del Libro Infantil de Buenos Aires)